Yara, 1512: el adelantado Velázquez incinera a Hatuey.
Dos Ríos, 1895: el general Santocildes se carga a Martí.
Punta Brava, 1896: el comandante Cirujeda liquida a Maceo.
Bayamo, 2012: el traspasado Carromero se sacude a Payá.
La belicosidad del patriota cubano ha decaído notablemente. Sin embargo, el verdugo ibérico –por más que menos viril– sigue siendo implacable.