14 may 2008
Neutralidad
No hubo tiempo para la sorpresa. Me di de bruces con ella en medio del centro comercial. Allí iba Irene con su paso elástico, mezcla de taekwondo y aerobics.
Se detuvo al verme.
– ¿…? –pregunté mostrando las palmas de las manos.
Si fuera más blanca -pensé-, se habría sonrojado. No obstante, percibí la sangre bajo la suave piel bronceada.
– ¡Hola! –dijo, y me asestó un beso en la mejilla.
– ¿…? –repetí usando el mismo gesto.
– Estoy sólo de paso para Santiago… –murmuró.
– Un largo paso, sin duda –reflexioné, y sonreí.
– Bueno, es que la compañía me da los vuelos Sao Paulo-Lima y Sao Paulo-Santiago. Si me voy directo de Perú a Chile, lo tengo que pagar yo misma –explicó.
– Qué buena vida, ¿no?, especialista peruana, contrato chileno y proyecto brasileño –asentí comprensivo–. ¿Y qué tal te fue con tu novio miraflorino?
– Pues muy bien… –contestó aún insegura, pero decidió enseguida pasar a la ofensiva–. Fue un reencuentro muy intenso…
– Claro, y por eso te quedaste apenas un día en Lima –convine sacudiendo levemente su barbilla.
– Fueron 30 horas… –replicó.
– Cierto –confirmé–. Pero supongo que el tipo en Santiago es más interesante, ¿no?
Se mordió el labio inconscientemente. Sospeché la vuelta del rubor invisible. Quise comprobarlo y le agarré una oreja. Estaba caliente.
– Eres muy malo… -balbuceó.
– ¿Pretendes sobornarme con eso? –la reprendí sonriente asegurando su brazo.
– No… antier te dije que volvería en una semana… y es verdad, el domingo podemos…
– Espera, a mí no tienes que redirme cuentas, cariño –la interrumpí sanamente–. Aunque sí me pregunto qué le dijiste al caballerito limeño…
– Nada, que tengo una reunión en Santiago… –masculló.
– Lo cual es muy cierto, desde luego.
Me devolvió la media sonrisa. Y quise saber algo más.
– ¿Es otro ejecutivo ese santiaguino?
– No… o sea, es un empresario.
– Me gusta tu perspectiva, Irenita –confesé.
– Bueno, tú sí que no vas a casarte conmigo… –ripostó mirándome de frente.
Me propuse suavizar sus ideas.
– Por tu distribución del tiempo apuesto a que el chileno va ganando…
– En realidad es libanés…
– ¡Coño, chica! -exclamé-. ¡¿Un beduino?!
– No, no, es nacido en Chile… y católico…
– Querrás decir maronita.
– Sí, eso…
– Es un alivio, porque podría ser paraguayo y chiita…
– Pues mira, Bashir es tan latino como tú y yo…
– ¿Bashir...? ¿Sabes qué? –anuncié, resuelto a ser justo–. No vamos a dejar a nuestro hermano peruano en desventaja. Tienes que llegar a Santiago cansada. ¡Ven conmigo!
– Ay, pero si… –dijo, mientras nos dirigíamos a la salida– …yo vine al Shopping porque necesito un…
– Y lo tendrás... todito –la tranquilicé sobre la marcha–. Te lo aseguro.
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Bueno, bro, lo unico que te deseo es que el tipo no sea familia de Bin Laden, porque si no, nos quedamos sin guicho.
ResponderEliminarGracias por caerme por el blog. Nos pillamos.
Saludos desde Londres.
y se fue muy cansada? brother, estas historias no se pueden leer en horario de trabajo. le dan ganas a uno de fajarle hasta la mulata CVP que cuida la puerta de entrada, que por cierto ya pasa de los 60 años.
ResponderEliminarCuban,
ResponderEliminarafortunadamente el camello era ajeno al trasiego extraterritorial de la peruana.
See you
Miqui,
ResponderEliminarcreo que sí, cuando se fue, no parecía tener fuerzas ni para coger hipo.
Oye, pero pasma eso con la veterana mulata CVP, bro, no seas tan temerario.
Gui, me parece que en este caso primo en ti algun concepto religioso=metafisico...
ResponderEliminarGrieguita,
ResponderEliminarpues no sé, porque de mi parte no había fe de ningún tipo.