18 dic 2009

Un impulso de lascivia


Una dinámica ejecutiva de un gran consorcio internacional realizaba su primer viaje de negocios a una ciudad muy excitante: Río de Janeiro. Durante 4 días le esperaba intenso trabajo.

En la primera jornada asistió a un largo briefing sobre la situación de la filial sudamericana. La primera noche fue al mismo restaurante que, según la revista Cosmopolitan, visitara antes Madonna: el Sushi Leblon. Pidió el sushi de huevos de codorniz con aceite de trufas. El plato resultó ser delicioso; la gente, hermosa.

El programa del segundo día contenía un meeting con la gerencia, donde transmitió las directrices de la matriz y sugirió soluciones para alcanzar las metas. Esa segunda noche sintió cierto voluptuoso desamparo y, a la vez, una sensación de libertad completamente nueva. Entonces resolvió llamar a una agencia de acompañantes. Con las manos mojadas de sudor por la expectante tensión, marcó el número en cuestión.

- Aló, ¿en qué puedo servirle? –dijo una sensual voz masculina.

- Yo necesito un masaje… –comenzó insegura la ejecutiva, mas pronto decidió huir hacia adelante–. ¡No, espera, lo que yo necesito es sexo! Una larga y salvaje sesión de sexo. ¡Y ya mismo! Lo digo en serio –ahora hablaba la misma enérgica gerente que había impresionado esa tarde a los colegas locales–. Preciso de alguien habilitado para trabajar la noche entera. Estoy dispuesta a hacer de todo, voy a participar en todas las fantasías que te sepas y vamos a implementar juntos otras nuevas, quiero una sinergia total. Además, quiero que traigas todos los accesorios disponibles: esposas, pomadas, dildos, vibradores... y mermelada también, porque quiero que me la untes por todas partes y que me la quites con la lengua hasta provocarme un orgasmo... Quiero que me enganches contra la pared y me hagas temblar, y quiero que luego me arrojes en la cama y me penetres en todas las posiciones: rana con calambre, canguro cojo, vaca loca, arado trabado, murciélago sordo, cucharón sopero, helicóptero… Pero si tienes una idea más caliente, quiero escuchar tu propuesta.

- No, me parece fantástico así –contestó la voz, que sonaba francamente libidinosa–, pero aquí es la recepción del hotel, para llamadas externas la señora debe marcar el cero primero.

3 comentarios:

  1. ¿Murciélago sordo? I have to google this one!
    La vergüenza no es el sexo, pero puede ser una sensación muy profunda también. Si uno tiene vergüenza.

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  2. Es uno de tus mejores posts, incluída la selección musical. Saludos. Feliz Navidad.

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  3. Guicho, nos tienes que regalar tu opinion de El Grito:

    http://www.lachari.com/2008/02/el-grito-3-min.html

    uno de los cortos que ha causado "brujaja" en la isla, con despido de personal y todo.

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