27 jun 2008

Aperitivos



Eran las dos de la tarde, pero faltaba bastante para el almuerzo. La alemana dueña de la casa se había empeñado en cocinar ella misma esta vez. Sería algo típico balear, o valenciano, o catalán. Demoraría. Los que no teníamos que ayudar nos regamos por el jardín.

Me senté junto a la graciosa niñera. Los dos niños jugaban del otro lado del cantero de cannabis. Tras unos minutos compaginando, insinué que tal vez le vendría bien afeitarse las piernas.

- Hm… es que en el invierno necesitaré mi vellón –respondió acariciándose las pantorrillas.

- Aquí en Mallorca no –repliqué, y seguí rozando sus vellos con las puntas de mis dedos-. Lo único que vas a conseguir es que el sirocco te empolve estos pelitos.

Me miró a los ojos.

- ¿Quieres rasurarme tú?

Dejamos a los chicos bajo la vista de la pareja de franceses. El pintor occitano ya estaba flotando en el humo aromático, mas su mujer era alsaciana, cuidaría de los críos.

Usamos el baño de la habitación principal. Había confianza, supuse. También supuse que aquella gillette pertenecería a la anfitriona.

Traté a sus piernas como nunca trato a mis mejillas. Ciertamente jamás me hago un masaje post-depilatorio en la cara. Fui convincente explicando su utilidad para la recuperación epidérmica. Ella agradeció mi delicadeza. Me cercioré al tacto de la ausencia de vellos en sus muslos. Y, tirando gentil del borde inferior de su short, le recordé que la higiene capilar igualmente requeriría atender a otras áreas.

Su sonrisa era la inducción perfecta a la succión, a la lamida o, al menos, a la mordida. Justo me había decidido por un cobarde beso, cuando me empujó levemente con un pie.

- No seas tan listo –dijo sin enfado-. Eso lo haré yo sola.

Salió tan rápido que no conseguí entretenerla. Me quedé mirado el corto pantalón, con sus pequeños sobrantes de trasero bajo los bordillos. Se alejó atravesando el cuarto. Esperé, hasta perder protuberancia, para ir a buscarla nuevamente.

En la terraza me detuvo el argentino. Ingeniero de mezclas y DJ, según él. Fumando sin parar farfulló unas boludeces sobre una nueva banda franco-argentina que hacían una fusión macanuda de tango y electrónica. Yo asentía, y observaba a Lotte chequear los niños tras el cantero. Una vez, sólo una, ella volteó la cabeza para mirarme.

- Oye, pibe, me voy a hacer un poco de ejercicios al patio de atrás –anuncié para deshacerme de él, pero pensando que contraer los músculos serviría para descontraer la mente.

- Che, no te calentés, pero vos sos un loco -reparó-. Mirá bien, esto acá es una fiesta...

- Todavía no... -contesté apartándome.

Pasando frente a la cocina me llamó el anfitrión.

- Prueba esto, viejo –propuso ofreciéndome una bandeja de brownies aún calientes.

- Tesoro, por favor, deja eso para después del almuerzo –lo interpeló su esposa.

- Le falta dulce –proclamé con la boca llena.

- ¡Pero le sobra yerba, mi socio! –ripostó mi amigo casi flemático-. Esa es índica, entra más suave, pero llega más profundo, tú verás.

Tuve que bajar el dulce con una cerveza. La dejé sin acabar, pues la inglesa me ofreció de una jarra de sangría que traía del chalet vecino. Al parecer la habían enriquecido con varios chorros de whisky. El marido inglés era un duro bonachón. Se puso a hablar de su época como jugador del Liverpool. Lo mismo que contaba siempre. Había perdido en la trágica final de Heysel contra el Juventus. Y ahora todo el mundo perdía el tiempo escuchándolo. Bueno, la inglesa era simpática y entusiasta. La naturaleza había sido generosa con ella. Tendría acaso unas librillas de más. Pero, en fin, el tipo era buena gente. Fui paciente, mientras discurrían las palabras del británico y revoloteaban las feromonas de su mujer.

Al llegar al patio no me acordaba de a qué había venido. Ya, ejercicios. Tenían algunas instalaciones elementales allí, aunque no las usaban. Me agarré de la barra fija. Flexioné los brazos y ascendí. Experimenté la crispación de cada fibra. Por separado. Percibí, además, como cada vaso sanguíneo se llenaba de sangre. Fascinante. Descendí, y volví a subir. Llevé la nuca hasta la barra. Mantuve la posición maravillado ante la intensidad en la individualización de las fibras musculares. Miré al suelo. Vi a mis pies allá lejos. Recordé a Lotte con sus piernas depiladas entre mis manos. Y se me escaparon las fuerzas. Me quedé colgando de la barra fija.

Con el pasar del tiempo decidí tomar un baño para despejar. Me solté de la barra algún otro tiempo después.

Subí hasta mi solitario cuarto en el último piso, donde el resto era una azotea con más canteros.

Abrí la puerta, y ahí estaba Lotte. Completamente desnuda. Urgaba en un maletín tirado sobre la cama.

- No aparecen mis bragas limpias –alegó sin levantar las pestañas.

Me aproximé alucinado. Se había afeitado el pubis también.

- ¿Quieres que te ayude a buscarlas? –pregunté para acercarme a su oído.

La superficie de mi nariz se humedeció al hablarle. Sólo se había secado a medias. Pequeñas gotas de agua perlaban sus hombros y sus pechos.

- Este era mi cuarto –murmuró-. Me mudaron con el menor de los niños, porque tú llegaste.

- No debieron hacer eso –mascullé cazando con los labios, una a una, las gotas de agua en su espalda.

Quiso volverse cuando llegué a la grupa. Se lo impedí sosteniendo firme su cintura. Sus nalgas oblongas se separaban progresivamente hacia la base y los lados. La abertura entre los muslos y el pliegue glúteo permitía apreciar el fresco rasurado. Presioné suavemente su espalda, y ella bajó el torso, apoyándose en la valija. Arqueó las rodillas y colocó los pies de puntillas al sentir mi lengua. Por entonces, la humedad sobre mi nariz ya no era agua.


21 comentarios:

  1. Qué buenooooo. ¿Te das cuenta de que en Mallorca suceden cosas mágicas?
    Muy bueno, socio, te estás superando, esos relatos encajarían en la colección "La sonrisa vertical", si es que no ha desaparecido, que creo que sí.
    Saludos.

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  2. La Sonrisa vertical:
    2004 -desierto-
    2005 -no concedido-
    2006 -no concedido-

    Saludos.

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  3. Gracias, Ivita. No sólo en Mallorca, en Ibiza también; pero sí, Mallorca es más.
    Oye, la Sonrisa está horizontal desde hace tres años.

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  4. MCZ,
    gracias por la información, amiga.

    Supongo que la continuación sea:

    2007 -evaporado-
    2008 -joder, ¿pero de qué premio habláis?-

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  5. 2008 -joder, ¿pero de qué premio habláis?-

    No, no es ése.
    Es éste:
    2008: buscar en la nariz de un tal Güicho.

    JAJAJAJAJAJAJ

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  6. Habrá que reinventar La Sonrisa Vertical (en mayúsculas), ¿nos ponemos?

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  7. MCZ,
    que buen pase! En cual posición tu juegas?

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  8. Willi,
    cómo va la cosa? Gracias por pasar.
    Saludos

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  9. La próxima vez que pases por Mallorca, nos avisas a Ivis y a mí, y te hacemos algo... la ola... una cena... algo, vaya... ;)

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  10. Una fantasía muy érótica la del afeitado...Un beso,

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  11. Pues sí, Güicho, la ola marina.

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  12. Güicho! Esto, lo menos que puedo decir, es...ya sabes.

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  13. Queseto,
    muchas gracias! Lo tendré en cuenta. Me contento hasta con un sandwich cubano.

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  14. Catikísima,
    razón llevas, querida, porque con cera ya la cosa es diferente.
    Beso

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  15. Ivis,
    en el mar la vida es más sabrosa, gracias.

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  16. y yo que pensaba que las únicas necesitadas de un afeitado eran las rusas... o por lo menos eso decían los varones de mi grupo...

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  17. Aguaya,
    la lista es más larga que la pelambre. Pero poco a poco, con el comfort y el veraneo en el sur, se va acortando.

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  18. Vello pubico, ahora lo ves, ahora no lo ves! Supongo que hubo algun otro miembro al que le paso lo mismo. Algo asi como Houdini, el sombrero y el conejo.

    Saludos desde Londres.

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