14 may 2009

Las notas perdidas del Diario del Che en Bolivia 28

No, no lo huelas, mi niña.

Julio 7 de 1967
[…]
El campesino que nos vendió hoy el puerco se veía bastante temeroso. No quiso regatear cuando le rebajamos el precio a la mitad. Después nos advirtió de que estábamos casi rodeados por el ejército, pero que podíamos salir por el río Piojera. Eso, sólo si nos apurábamos. Como es lógico, seguimos su consejo. Fue necesario hacer un gran esfuerzo, sobre todo para los animales. El puerco no sabía correr. Y yo tampoco podía por culpa del asma.

Julio 8 de 1967
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Todo el apuro y las precauciones eran en vano. No vimos ni rastro del ejército. Varios paisanos, con los que nos tropezamos, confirmaron que no hay soldados en la zona. Fue, por tanto, una estratagema del dueño del puerco para que nos largáramos. Ya arreglaremos cuentas. De momento, castigamos al cerdo. Por cierto, el chancho perdió peso en la huida, o el boliviano también nos engañó con las libras.

El colirio con solución de adrenalina me lo inyecté para que tuviera mejor efecto. No funcionó. Cada vez lamento más no haber ido a Sumaipata. De seguir así, tendremos que regresar para buscar mis medicinas. Hoy la radio habló de un muerto en el asalto. Fue el único policía que hizo resistencia. Era uno de los cuatro sin arma, así que nadie salió lastimado de nuestro lado.

Julio 9 de 1967
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Otra vez nos perdimos. Ya hay algo rutinario en estos extravíos que nos da confianza. Gastamos la mañana buscando el camino. Por la tarde ordené escalar una montaña, la mayor de la zona con casi dos mil metros de altura, para recuperar la orientación oteando desde la cima. A partir de los 1400 m había una espesa neblina, mas no desistimos. La dificultad es el acicate favorito de los revolucionarios. Esta vez no hubo premio para nuestro esfuerzo: En la cumbre la niebla era mayor.

Cuando descendíamos empezó a llover a cántaros. Nos refugiamos bajo un saliente, y allí pasamos la noche.

La radio anunció un acuerdo entre los mineros y la Comibol. Los empleados de las minas Catavi y Siglo XX recibirán algunas mejoras en las condiciones laborales, más salario, menos horas de trabajo, y otra decena de míseras concesiones, a cambio de detener la huelga. Resulta un humillante fracaso para el movimiento obrero boliviano, y la confirmación definitiva de que la única vía para la liberación y la toma del poder por las masas trabajadoras es la nuestra: la lucha armada, irreconciliable e inexorable, contra el enemigo de clase.

Es una pena que no estemos cerca del Potosí. Los mineros descontentos con este vergonzoso arreglo entre la patronal y el sindicato correrían a incorporarse al ELN.

Julio 10 de 1967
[…]
Por la mañana la niebla disminuyó, aunque aumentó el frío. Y también mi asma. Subimos al pico, y esta vez tuvimos más suerte. Divisamos dos caminos abandonados más abajo. Mandé a explorarlos. No conducían a ninguna parte. Eso me puso de peor humor. Luego llegó la noticia radial de las nuevas declaraciones de Debray. Dijo que el objetivo de la guerrilla es continental, que el frente peruano ya está funcionando y el argentino, en camino. En mala hora dejé ir a ese francés lenguaraz.

[…]

4 comentarios:

  1. Le da ("confianza los extravios" al torcido personaje?)Algo asi, como los palos de ciego que dan algunos voceros del exilio al insistir en la adoracion de iconos de la extrema derecha?
    Amigo Guicho, pensar nos hace...agradecida.

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  2. Maestro, usted no baja el nivel ni por misericordia para el puerquito que perdio tantas libras.

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  3. Lo del francés lenguaraz me ha dejado tan gustosa.

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  4. Don Guicho, esa guerrilla debio llamarse "Los pasos perdidos", pero ya Carpentier tenia credito para tal titulo.

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