A mediados del siglo XIX Cabinda tenía 3 caciques congos y 4 factorías portuguesas. Tanto los caciques como los portugueses aún se dedicaban en alguna medida al comercio de carne. Esta era una actividad tan lucrativa como ilegal, pues ya estaba prohibida la introducción de esclavos en Cuba y Brasil, últimos territorios donde la servidumbre no remunerada aún era legítima por nacimiento. Sin embargo, el final definitivo de la esclavitud se vislumbraba allí también. Efectivamente, en 1880 se abolió en Cuba y en 1888, en Brasil. En Cuba incluso se impuso por ley el pago del trabajo negro en 1886. Sí, puede parecer injusto, y lo era, pero ¿qué son 6 años de trabajo voluntario frente a 370 de esclavitud?
En 1885 los 3 caciques cabindeños firmaron un papel que los sometía formalmente a Portugal. En realidad firmó un solo cacique, ligeramente ebrio de vino de Oporto, asegurando que actuaba en nombre de los 3. Es conocido como el Tratado de Simulambuco y estaba redactado en el mejor estilo yoruba, aunque en lengua portuguesa. Fue a partir de ahí que los guerreros cabindeños tuvieron que renunciar a la cacería, no sólo de hombres, para poder trabajar en las nuevas plantaciones de café, caucho y cacao.
La fresca posesión lusitana debería haber llegado hasta el río Congo, pero ese mismo año, durante la repartición de Africa en la Conferencia de Berlín, Leopoldo II de Bélgica había negociado con los portugueses el trueque del extremo sur de Cabinda por un área mucho mayor al noreste de Angola, también flamante colonia de Lisboa. Leo II necesitaba una salida al mar para su gigantesca hacienda privada africana, llamada Estado Libre del Congo. Fue el mayor latifundio de la historia y duró de 1884 a 1908, año en que fue anexado a Bélgica tras reiteradas protestas mundiales por los excesos de su majestad con los nativos. Así que Cabinda quedó definida entre el Congo francés, el Congo belga y el mar (británico, por supuesto.)
A diferencia de Mozambique y Angola, en Cabinda los portugueses no tuvieron ningún problema de subversión durante las primeras décadas coloniales. En buena medida se debió al efecto pedagógico belga. El Estado Libre del Congo es hasta hoy el único espacio de ley cristiana moderna donde ha imperado la sharia o algo similar. Ciertamente la administración leopoldina era bastante draconiana con los congos. Por el incumplimiento de la norma de recolección de caucho: amputación de una mano; intento de fuga: amputación de una pierna; ignorar una orden: corte de una oreja; contestación indebida: corte de la lengua; etc. Los cabindeños intuían que les iba mucho mejor con los perezosos capataces portugueses.
A mediados del siglo XX se descubrió petróleo en Cabinda. En los años 60 se revelaron, además, enormes reservas offshore. Para explotar el petróleo a los portugueses les faltaba el conocimiento y la tecnología. (Y así es todavía.) De manera que la concesión se le otorgó a la Gulf Oil of Pennsylvania. Con el objetivo de operar en el enclave se creó una filial: Cabinda Gulf Oil. No ha cambiado desde entonces. Si bien la Standard Oil of California compró a la Gulf Oil en 1984 y denominó al paquete Chevron. Luego Chevron fusionó con Texaco en 2001 bajo el original nombre de ChevronTexaco. Sonaba como una marca de tacos y quesadillas, así que en 2007 volvieron a titularse Chevron.
Yowa, el cosmograma congo: Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé, Bernabé le pegó a Muchilanga, etc.
El comienzo de los años 60 fue testigo del despertar del nacionalismo africano. Algo raro en un continente dividido en tribus. Así las cosas no podían salir perfectas. Cada movimiento nacionalista respondía más o menos a una tribu. Salvo los comunistas, que en todas partes respondían a Moscú. Angola no fue una excepción. El Frente Nacional de Libertação de Angola (FNLA) era de los congos; la União Nacional para a Independência Total de Angola (UNITA), de los emparentados ovimbundus y kimbumdus; y el Movimento Popular de Libertação de Angola (MPLA), de los rusos. En Cabinda las condiciones eran mejores. Había una sola etnia: los congos, que crearon el Frente para a Libertação do Enclave de Cabinda (FLEC), encabezado por Luiz Ranque Franque.En realidad, los emancipadores angoleños y cabindeños pasaron las de Caín. Había bastante apatía popular y, nuevamente, las atrocidades entre los revolucionarios en el vecindario zairense resultaban poco estimulantes. Eso cambió cuando en 1974 triunfó el socialismo militar en Portugal. La velocidad con que los milicos lusos se levantaron y salieron de Africa no permitió ningún género de higiene.
El 15 de enero de 1975 el nuevo gobierno de izquierda portugués se reunió con MPLA, FNLA y UNITA en Alvor, una aldea del Algarve, y acordaron la independencia de Angola para el 11 de noviembre de aquel año. El FLEC no sólo no fue invitado, sino que Cabinda le fue concedida a la nueva república angoleña. Era el lógico resultado de una fatalidad geológica llamada petróleo. ¿Qué había sucedido? Durante años, impedidos de mayor gloria por la debilidad táctica y el instinto natural, la principal actividad insurgente del FLEC había sido tirotear instalaciones y funcionarios de la Gulf Oil. Sin causar daños serios, gracias a la abundante presencia militar portuguesa, pero sí con el molesto encanto de una colección de ladillas. Gulf Oil no quería saber nada del FLEC y cuadró la caja tanto con los portugueses como con los angoleños. FNLA, UNITA y MPLA no habían sido más galantes con las empresas foráneas en Angola durante su lucha independentista, pero no operaban en Cabinda. Nunca fastidiaron a Gulf Oil. Se trataba de aquel viejo axioma gringo que reza: If you fuck but not me, then you are no fucker for me.
Como es lógico, tan pronto se bajaron del avión que los trajo de Portugal se armó la de San Quintín entre FNLA, UNITA y MPLA. Estaba claro que quien estuviese en Luanda el 11 de noviembre heredaría Angola de la metrópoli ibérica. Aunque el FNLA disponía de más hombres, el MPLA tenía los mejores comandos urbanos. Obviamente, siendo rojos su ascendencia sobre los universitarios era total. En fin, todos los mulatos pistoleros de Luanda estaban con el MPLA. Era natural que tomara la iniciativa.
Hay que mencionar que el MPLA carecía de una total cohesión. El mayor rival interno, Daniel Chipenda, había intentado eliminar al secretario general en 1973. Una advertencia del KGB a última hora evitó el éxito del complot. Chipenda, quien opinaba que Neto era un tibio mulatofilo, tan sólo consiguió llevarse 1.500 hombres del MPLA para fundar la Revolta do Leste (RDL). También un segundo grupo, más sosegado, se había separado del MPLA e intentaba evitar la guerra civil en ciernes, la Revolta Activa (RA).
El ala radical del MPLA, con Nito Alves a la cabeza, presionaba para actuar. Agostinho Neto no vaciló más cuando los soviéticos le prometieron armas e instructores. Arremetió primero contra el RDL. El mejor comandante del MPLA, el legendario Valódia, recibió la orden de asaltar la guarida de la banda disidente. Chipenda, como casi toda su gente, era un ovimbundu, y presumía de que un negro podía ser tan bravo como cualquier mulato. Al parecer, no se equivocaba, pues esa noche Valódia y muchos de sus hombres cayeron. La más bella pieza épica de la trova revolucionaria angoleña fue compuesta en su memoria.
Valódia, Valódia,
Valódia tombou em defesa do povo angolano!
Es fácil imaginar un texto más acorde a las verdaderas circunstancias.
Valódia, Valódia,
Valódia tombou em defesa do novo tirano!
El RDL se reagrupó y se preparaba para el desquite. Corría el mes de marzo. Ahí intervino el gobierno portugués, que encontraba más simpático al MPLA, y amenazó con salir de la esquina neutral si el RDL no se desarmaba o se integraba a uno de los 3 movimientos autorizados. Ni corto ni perezoso, Chipenda se pasó al FNLA, cuyo líder Holden Roberto ordenó inmediatamente la revancha contra el MPLA por lo sucedido con sus nuevos camaradas. Casualmente, durante los últimos meses Holden venía infiltrando en la ciudad a sus mejores tropas, entrenadas por los chinos en Zaire con la venia de su concuñado, el presidente Mobutu. Comenzó la batalla de Luanda.
En abril las fuerzas del MPLA habían sido obligadas a retroceder hasta la periferia sur de la capital. En mayo llegó el primer cargamento de armas soviéticas. Y las autoridades portuguesas licenciaron –desarmados, claro está– a los policías y soldados angoleños del ejército colonial que estuviesen dispuestos a incorporarse al MPLA, un paso que habían dado por cuenta propia no pocos suboficiales negros con anterioridad. En junio regresaron los 100 cuadros del MPLA que habían ido a pasar un curso intensivo de fuerzas especiales en la URSS, apodados bimbo-spetsnaz por los bromistas del KGB. El FNLA empezó a perder terreno. Jonas Savimbi, el jefe de la UNITA, comprendió en esos días que debió apoyar al FNLA cuando éste iba ganando y no esperar para machacar a un vencedor cansado. En julio el MPLA había expulsado de Luanda a todos sus rivales. Los que no consiguieron huir habían muerto o llenaban las prisiones de la ciudad, donde muchos ya habían dormido hacinados junto a los que ahora fungían de carceleros. El MPLA controlaba apenas Luanda y las regalías petroleras, mas eso era suficiente dada la benevolencia del gobierno socialista portugués.
En las semanas previas a la proclamación de la independencia llegaron casi 500 kubinski spetsnaz por cortesía de Aeroflot. Numerosos barcos mercantes estaban en camino con miles de soldados antillanos, sin más fortuna en perspectiva que una soberana malaria en el mejor de los casos. Para Cabinda aquello significó el debacle. Los 4.000 portugueses que protegían a Gulf Oil fueron sustituidos por 1.500 cubanos, cifra que se multiplicaría luego hasta casi 10 veces. Bajo el fuego cubano el FLEC fue batido y abatido a lo largo y ancho del ahora exclave angoleño. Cientos de guerrilleros perecieron, y algunos civiles también, aunque nadié los contó. El FLEC desapareció de la selva de Cabinda y se refugió en la escondida voluntad de algunos cabindeños. No fue gratis, pero salió barato. El gobierno de Angola ofreció pagar del dinero petrolero americano 3 dólares por hombre y día al cubano. Generoso oriental como es, el Máximo Líder dijo que le bastaba con la mitad. No fue el único servicio extra de las tropas cubanas. Cuando la facción radical de Nito Alves se lanzó a un golpe de estado contra Neto el 27 de mayo de 1977, los tanques cubanos detuvieron y aplastaron la intentona. Agostinho no tuvo clemencia y organizó rápidamente un San Bartolomé con nitistas, militantes sospechosos, prisioneros políticos y disidentes de todo color, que se llevó 30.000 vidas.
Hace 20 años los cubanos en Cabinda fueron sustituidos por tropas del MPLA. La guerra civil acabó en 2002. José Eduardo dos Santos, el sucesor de Agostinho Neto al frente del MPLA, es uno de los hombres más ricos de Africa, algo inimaginable para quien llegó a Luanda como un hambriento adolescente de São Tomé e Príncipe. Cabinda sigue produciendo el 60% del petróleo angoleño con Gulf Oil. Y continúa siendo una de las provincias más pobres de ese miserable país. Para calmar los ánimos en el exclave, en 1996 Luanda aprobó una ley estipulando que el 10% de los derechos petroleros se quedarían en Cabinda. El único resultado ha sido pugnas dentro del MPLA por el puesto de gobernador de esa provincia.
En estos días se celebra en Angola la Copa de Africa de Fútbol. Una de las sedes es Cabinda, donde el equipo de Togo fue atacado por el renacido FLEC. Usaron el mismo método de antaño: tirotearon el ómnibus de los togoleses. Resultado: 2 muertos y 7 heridos. “Nos ametrallaron como a perros” –fue el testimonio del fortuitamente ileso Emmanuel Adebayor, jugador estelar del Manchester City.
Pero no es cierto. La verdad es que, aunque la vida de los canes tampoco sea nada fácil, son las personas quienes suelen ser ametralladas en Africa con mayor frecuencia y facilidad.
Galería de próceres:
Angola, de izquierda a derecha y de arriba a abajo: Jonas Savimbi (UNITA), Holden Roberto (FNLA), Daniel Chipenda (RDL), Agostinho Neto (MPLA), Nito Alves (MPLA), José Eduardo dos Santos (MPLA).
Excelente repaso de esa parte de la historia donde los cubanos fueron involucrados de a porfía. Por otro lado, ¿qué te parece la nueva muñeca, la Roxxxy no sé qué, de goma, que habla poco, escucha, siente, y hasta duerme?
ResponderEliminarRevelador y develador de los secretos de estado con esta excelente reseña histórica! Bastante opaca la transparencia de la revolución y los principios internacionalistas que engatuzaron a miles de inocentes jóvenes cubanos.
ResponderEliminarZoé,
ResponderEliminarme parece muy sagaz la idea de crear y vender "Roxxxy" a los numerosos tarados con ingresos regulares. Sólo en USA son decenas o cientos de miles.
Pero creo que la felicidad no le durará demasiado al comprador. Tan pronto salga al mercado el modelo masculino "Rocky" es casi seguro que al propietario de "Roxxxy" le saldrán cuernos.
Danilo,
ResponderEliminarla guerra de Angola da para mucho más. Y los más necios en la fiesta eran los soldados cubanos.
Güicho, me costó encontrar el enlace, pero era una cita imprescindible y en la "batalla de ideas" hay que echar mano a lo mejor que haya en los "think tank" disponibles. Feliz año nuevo.
ResponderEliminarhttp://laprimerapalabraque.blogspot.com/2010/01/matices-mas-o-menos.html
Estás acabando, Güicho, cada vez más.
ResponderEliminarImprescindible.
Creo que el cubano es el único bicho capaz de ir a pelear por años en una Guerra en junglas y desiertos de otros continentes a cambio de traerse un ventilado a casa.
ResponderEliminarHola, mi nombre es Randy Machado y estoy intentando dar a conocer un trabajo muy en la línea de este post, que parte de la olvidada historia de "la negrada" para llegar a una nueva perspectiva de la cultura cubana:
ResponderEliminarhttp://sites.google.com/site/50ekuenkama/
Facciones de la guerra de Angola: El comemierda de la izquierda vino de Europa.
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