La catedral merece una visita. Así sea sólo porque demoraron casi 700 años en terminarla. Y no quiero críticas a la productividad italiana, pues la catedral de Colonia fue empezada por la misma época y aún no la han concluido. El altar es muy bonito, y la nave muy alta, pero que conste que el interior no es comparable con la basílica de San Pedro en Roma, ni con la catedral de San Marco en Venecia, ni con otras 25 iglesias italianas que se comen al duomo milanese sin empanizar y sin salsa de tomate. En cambio el exterior, siendo gótico, ya resulta más competitivo. Recomiendo subir al techo. Hay acceso a pie (€ 4) o con elevador (€ 6) por la parte trasera exterior de la iglesia. Los amantes del deporte sabrán qué hacer. Por su parte, los amantes de la adrenalina y demás hormonas deben saber que la escalera tiene apenas 50 cm de ancho, que es doble vía -subiendo y bajando-, y que abundan las turistas nórdicas: jóvenes, incautas y sin sostén.
Esta iglesia renacentista es famosa por su cúpula -que dio origen a la forma del panettone o viceversa-, el portal y la tribuna. A eso hay que sumar el adyacente Cenacolo Vinciano, donde se encuentra el fresco más famoso del mundo: "La Ultima Cena" de Leonardo da Vinci. Es necesario reservar con antelación para poder entrar. El número de visitantes por día está limitado, pues la pintura mural se deteriora con la humedad del sudor anglosajón y con los gases del aliento japonés.
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El templo principal de la Opera mundial es otra base que hay que pisar sin falta. Las entradas no son caras, unos € 60. El problema es conseguirlas. Suelen haber revendedores en las inmediaciones. Con € 300 en cash se resuelve casi seguro. Si quieren ver todo el teatro desde sus puestos, necesitarán suerte. Pero la parte que consigan observar desde el más retorcido ángulo del palco será hermosa.
La residencia-fortaleza de la familia Sforza -que representaba en Milán lo mismo que los Medici en Florencia- es un complejo con museo de arte, museo de armas y museo histórico. Hay manuscritos originales de Da Vinci y Michelangelo. Siempre soñé con poseer un dibujo original de Da Vinci, pero también aquí las vitrinas son blindadas. No, no hay pecado en la intención. Los Sforza eran condottieri (mercenarios) antes de convertirse en duques alla forza.
Es un Shopping Mall, pero histórico, pues lo construyeron hace 130 años. La arquitectura es atractiva, las italianas también. Un poco neuróticas, como las argentinas -bueno, es la sangre. ¿Sabían que la copulazione italiana es una de las más cortas de la cristianidad? Promedio estadístico: 8 minutos all in. Claro que son neuróticas. Ah, y una aproximación a la Universitá Bocconi procurando belleza es inútil. Las compradoras ociosas están mejor.
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Para los amantes del buen comer esto es más importante que todo lo demás. Se trata de la tienda gourmet número uno de Italia. Inaugurada en 1883 por un tendero de Praga llamado Franz Peck, y actualmente en manos de la familia Stoppani. Abarca 4000 metros cuadrados en tres niveles. En el sótano, la vinoteca. En la planta baja, la bottega: 150 metros de vitrinas con carnes, embutidos, quesos, vegetales, pasta. Sólo en quesos hay más de 160 especialidades. En la planta alta, dulces y café (con cafetería adjunta.) Lo mejor de lo mejor de cada tipo de alimento. Los llamados Peccati de Peck son más que famosos: tartufo bianco, foie gras, caviar Beluga, jamón de Jabugo, prosciutto culatello (el mejor jamón después del ibérico bellota), sottoli e sottaceti (conservas finas), pesti, formaggi (queso), torrone, pralines, cioccolato, biscotti, pasticceria, liquori e destillati. En su día enviciaron al poeta Gabriele D'Annunzio. Con fatal resultado. La tarde en que D'Annunzio llevó a su amigo sindicalista Alceste De Ambris a conocer la tienda Peck se inventó el fascismo. "Los desempleados también merecen comer estas cosas" –fue la reacción de De Ambris. Le darían forma a esa tesis meses después en la Constitución de Fiume.
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El número 5 de Italia. Ma per me il migliore. Fundado en 2000 por la familia Stoppani con el chef Carlo Cracco, que ahora se ha independizado de los dueños de Peck. Saben lo difícil y peligroso que puede resultar la salida de una familia italiana, ¿no? Pues Cracco no sólo ha sobrevivido, sino que incluso ha mejorado el restaurante. Carlo fue un discípulo de la Scuola Alberghiera, propulsora del minimalismo culinario sobre la base de productos típicos -precisamente la combinatoria genial de la cocina italiana-, mas ha evolucionado hasta convertirse en uno de los ases de la cocina molecular. Así que recomiendo el Menu Degustazione. De lo contrario, un plato que lleve trufas. Lo que Cracco puede hacer con trufa blanca linda con la magia negra. Por cierto, hay una portera brasileña que ya incita al babeo antes de ver la comida.
Guicho, un tipo cosmopolita como tu tiene que tener una cuenta en Facebook. Pásate por allá, vale la pena...
ResponderEliminarOK, Ernesto, comenzaré a experimentar ahí.
ResponderEliminarQuerido Güicho, una visita fenomenal en una ciudad en la he estado, y pienso como tú. Pero me ha dado mucho placer ir contigo, a través de tus ojos, de tu paladar, de tus gustos. Un viaje feliz.
ResponderEliminarAbsolutamente encantador, Milan! Ya tengo deseos incoercibles de conocerlo. A Ud, pues, mi agradecimiento, y mis saludos,
ResponderEliminarVerónica
OH estimado Guicho! Este post es alimento para espiritus hedonistas como el mio (que no es tan aventajado en la practica como el tuyo porque... ya sabes... la maestria del hedonismo se alcanza con una chequera directamente proporcional, pero se hace lo que se puede). Divino recorrido. Anotado queda para cuando me llegue el momento de seguir este recorrido Guichiano.
ResponderEliminarQuerida Zoé,
ResponderEliminargracias, celebro mucho eso!
Verónica,
ResponderEliminarsí que vale la pena Milán.
Saludos
Don Eufrates,
ResponderEliminarcierto, visto desde este lado del Atlántico la chequera juega un papel más relevante. En Europa occidental hay realmente un hacinamiento de arte, culinaria y lugares históricos. Es más fácil. A veces te detienes en una hostería en medio de la más local insignificancia y descubres un pan artesano con tomate frito al ajo en aceite de oliva. Eso y un vinito de mesa amigo de la humanidad. Barato y sublime.
Wunderbar , Gücho. No sabía lo del café excretado de Indonesia. Lo apunto ya. Gracias.
ResponderEliminarHola guicho!
ResponderEliminarMuy còmico lo de los condones, que no hacen falta, porque no hay ni p...., lo encontrè en el blog de enrisco, me matò de la risa y me dì una vuelta por aquì, para decirte tambièn, que si no vas a venezia, ni en toscana, por favor, absolutamente tenemos aquì roma, una ciudad preciosa,con un gran historial, y el tiempo, aunque si hay frìo, el sol te sonrìe siempre.
Un caluroso saludo desde roma,yuya:)
Hola Yuya,
ResponderEliminarmuchas gracias por tu visita y amable comentario. Sí, Roma es formidable, ¿quién lo duda? Hay muchas ciudades hermosas en Italia. En realidad, de las que he visto la única città que recuerdo con predominancia negativa es Napoli.
Saludos