25 ago 2008
Adiós, Pekín
La Olimpiada de Pekín ha llegado a su fin. Me la pasé entera con un catarro olímpico. El catarro también se ha terminado. Ahora me aburro. Por la Olimpiada. Del catarro puedo prescindir. Mas el catarro me ha servido para atender los juegos como pocas veces. Antes sólo había asistido tan intensamente a los eventos de 1976, 1980, 1988, 1992, 1996, 2000 y 2004. De manera que puedo comparar. Y ciertamente nunca había visto tantos chinos en unos JJ.OO. Incluso compitiendo. Y ganando. Los chinos superaron a los Estados Unidos por 15 títulos. Sin embargo, en 1988 la URSS le sacó 19 oros de ventaja a los USA. Aunque los rusos estaban en plena crisis política, económica y alcohólica. Creo que la maquinaria estatal deportiva de los chinos aún tiene que crecer para conseguir vencer al conjunto de aisladas iniciativas privadas de los americanos en terreno neutral, sin el arbitraje adulador que los acompañó durante estos juegos. Precisamente por eso prefiero los deportes donde los jueces no deciden. Como la natación y el atletismo, que aportaron las máximas figuras de esta edición olímpica. Michael Phelps y Usain Bolt hicieron barbaridades irrepetibles. El primero se convirtió en el máximo ganador olímpico de una vez y de todas las veces. Por su parte, el jamaicano protagonizó la más impresionante faena atlética de todos los tiempos. Para posteriormente ser criticado sin ton ni son en su manera de ser feliz por el presidente del COI, un belga que nadie conoce y que al parecer tiene su trauma con los negros grandes y emotivos.
La nota negativa en Pekín la dieron un chino loco, que apuñaló a un turista americano, y el pateador cubano Angel Volodia Matos. Ambos ajenos al deporte. A Volodia le dolía el pie para golpear a su contrincante, pero no para patear al árbitro, un pacifista indo-sueco, que recibió cuatro puntos de sutura en el labio, pese a no calificar para el escalafón de colegiados parciales de los juegos. También hay que mencionar las decepciones: los velocistas americanos, los futbolistas brasileños y los boxeadores cubanos. La otrora potencia continental Cuba cedió terreno ante Jamaica, Canadá y Brasil, al fallar su principal baza: el boxeo. Justo premio a su ausencia en el mundial anterior por miedo a la emancipación de los púgiles. La emancipación femenina, en cambio, se mostró en todas sus formas durante la Olimpiada. Eso puede apreciarse en esta foto de la Carrera Nro.5 en la 1ra Ronda Eliminatoria de los 100 metros planos femeninos.
De izquierda a derecha: emancipación tímida (la afgana Robina Muqimyar), emancipación exagerada (la bielorrusa Yuliya Nestsiarenka), y emancipación nutritiva (la japonesa Chisato Fukushima.) He aquí sus rostros en condiciones naturales.
Si tengo que permanecer cual náufrago en una isla desierta con una de ellas, prefiero a la afgana. Pero si estamos en un bote con dos remos, escojo a la bielorrusa. Y si el bote tiene un solo remo, me quedo con la japonesa.
11 ago 2008
El Protector De Los Cerdos XX
La historia del náufrago
Al amanecer del 15 de agosto de 1511 la nao Santa María de la Barca había zarpado del Darién con rumbo a Santo Domingo. La capitaneaba Pedro Juan de Valdivia, un regidor de Santa María la Antigua, que llevaba instrucciones de Vasco Núñez de Balboa para cabildear a su favor ante la Real Audiencia. El objetivo era contrarrestar las intrigas del depuesto Adelantado de Nueva Andalucía, Martín Fernández de Enciso.
El fiel padre franciscano Gerónimo de Aguilar acompañaba a Valdivia. Junto con 15.000 castellanos para argumentar de forma más convincente. Nunca llegaron a La Hispaniola.
Los primeros dos días tuvieron buen tiempo. Durante la hora de la siesta de la tercera tarde el piloto Juan de Gaviria aprovechó la soledad de la ardiente cubierta para usar la silla letrina, ubicada cual saliente sobre la borda a estribor. Sentado estaba Gaviria en tan humana labor, cuando un pez volador lo mordió en pleno pundonor. Pronto sus gritos despertaron y atrajeron a la tripulación. Algunos hubieron de auxiliar al desafortunado piloto, pues el vicioso pez no lo soltaba. Aquello parecióles de muy mal augurio. Así aconteció que en la noche se desató una terrible tormenta. El navío no resistió. Había sido armado en Almería, y no era muy robusto que digamos. En un santiamén perdió las velas, los mastiles y el timón. Las enormes olas zarandearon a su antojo aquel torso de navío por interminables horas, y acabaron estrellándolo contra unos arrecifes al oeste de Jamaica.
Dos decenas de hispanos, incluyendo dos damas, sobrevivieron al naufragio. Así como dos negros y cuatro indios, todos pertenecientes a Valdivia. En medio de los restos del navío sólo encontraron un bote con el que intentar sobrevivir en la inhóspita mar. No cabían todos. Mas, en un acto de generosidad y responsabilidad, el capitán renunció a llevarse su propiedad para salvar a su tripulación.
Sin embargo, las penurias no habían hecho sino comenzar. Hacinados en el batel, los veinte cristianos fueron atormentados por la sed, el hambre y el sol. Se vieron obligados a beber sus orines. Al principio la orina de las repugnadas damas se rifaba entre los caballeros. Después, no. Más tarde bebieron la sangre de los fallecidos. Las damas primero. Cuando arribaron a tierra firme, apenas quedaban con vida ocho hombres: el capitán Valdivia, el fraile Aguilar, el piloto Gaviria, el arcabucero Gonzalo Guerrero, y otros cuatro conquistadores.
Desafortunadamente, las corrientes antillanas habían arrastrado el bote hasta el cacicazgo maya de Ekab en Yucatán. La tierra de los cocomes. Al desembarcar los estaban esperando. El piloto Gaviria se aproximó pidiendo agua potable por señas. Por toda respuesta el cocome más cercano le abrió el cráneo de un golpe de macana. El desdichado piloto lanzó un gemido, y, tratando de contener la sangre con las dos manos, se internó en la cercana selva. Nadie lo persiguió. Indignado, el capitán Valdivia desenvainó su espada y atravesó el vientre del agresor. Los 200 nativos se arrojaron entonces sobre los cristianos gritando con rabia:
- Kiimsah! Kiimsah! (¡Asesinos! ¡Asesinos!)
A Valdivia y a dos marineros los desmenuzaron, guisaron y degustaron inmediatamente. Mientras que los restantes, incluyendo fray Aguilar y el soldado Guerrero, fueron colocados en cuatro pequeñas jaulas con el objetivo de engordarlos hasta el siguiente festín. Si bien no les faltaba comida, esos sobrevivientes estaban decididos a escapar. La ocasión se presentó en la cuarta noche de cautiverio. El pobre Gaviria se apareció junto al corral de las jaulas. Tenía un feo hueco en la cabeza y había perdido la razón. Por lo demás parecía estar bien. El piloto abrió las jaulas de sus compañeros. Y juntos se alejaron de la aldea maya.
Marchando hacia occidente consiguieron llegar hasta territorio controlado por la ciudad de Maní. Aquí reinaba la dinastía de Tiul Xiu, enemiga acérrima de los cocomes. Fueron capturados y llevados ante el jefe maniense Xamanzana, quien los esclavizó y asignó al servicio de su templo favorito. Los duros trabajos y el maltrato físico pronto costaron la vida a varios cristianos. Tan sólo Guerrero y Aguilar, cada cual a su manera, consiguieron sobrevivir. Guerrero se defendía con una ferocidad tal, que logró ganarse el respeto de los mayas. Aguilar, por su parte, rezaba, y obedecía con la mayor docilidad.
La gran oportunidad para cambiar su situación les llegó con la inauguración de una nueva Guerra Florida[36] entre manienses y cocomes. Los esclavos, como era costumbre, conformaban el primer bloque de combate. De esta manera, tras los enfrentamientos iniciales los sacrificios humanos en los respectivos templos solían ser con esclavos del enemigo y, por ende, originarios de la propia tribu. Así se dio el caso de que, al caer el primer día de la Guerra Florida de 1491, el sacerdote cocome de Tibolón, Nakul Chan, tuvo que extraerle el corazón a su propio hermano, Xupán Chan, que había sido esclavizado cuatro años atrás por el insano enemigo en Maní. Mas el contingente de esclavos de Tiul Xiu en la Guerra Florida de 1513 incluía a un arcabucero español de Niebla en Palos de la Frontera, un veterano de la primera campaña napolitana del Gran Capitán llamado Gonzalo Guerrero. Eso no significaba nada para los manienses, pero cierto aprecio le tenían, pues Guerrero le había arrancado la nariz de una mordida a uno de los ayudantes del sacerdote Teoh Um, cuando entre cinco intentaron abusar de él. El andaluz cambió los palos y piedras del regimiento de esclavos por largas varas de punta afilada. Les enseñó la rotación para no extenuarse en las filas de choque. Y estableció claros mecanismos para los comandos de empuje, hinque y mandoble.
Semejante versión ligera de la falange macedónica penetró en el ejército cocome «como la obsidiana en el pecho de un niño» –según las palabras posteriores del comandante superior maniense Na Chan Can, señor de Chactemal y mayor productor de cacao yucateco. Los improvisados falangistas destrozaron a los esclavos rivales y, a continuación, a los regulares cocomes. Chochín, el cacique de Sotuta y jefe supremo cocome, entró en pánico y lanzó a la legión élite de los guerreros de la Pluma Bermeja, que nunca combatían el primer día, ni casi ningún otro tampoco. Los de la Pluma Bermeja cargaron con su usual valor, pero fueron ensartados igual. Ahí Chochín apeló al último y máximo recurso, ordenando el avance de los mercenarios Ah Canul. Con el cuerpo completamente pintado de blanco y profiriendo ensordecedores alaridos, aquellos descendientes de mexicas se avalanzaron sobre los lanceros de Guerrero. El español, sin embargo, impartió órdenes de abrirles un corredor y dejarlos pasar. De manera que los Ah Canul fueron a chocar directo contra los regulares manienses. Al instante Guerrero mandó a cerrar el corredor y voltear el ataque de la falange contra la retaguardia Ah Canul. Por primera vez en la historia maya una Guerra Florida duró un solo día.
Al atardecer siguiente, en medio del éxtasis eufórico por los sacrificios de prisioneros, Na Chan Can hizo llamar a Gonzalo Guerrero. Frente a la reunida nobleza Tiul Xiu el gran cacique le otorgó cuatro grandes honores al hispano: la libertad, el grado militar de nacom, su propia hija Zazil Há Can en matrimonio, y un mordisco en el corazón de Chochín. El bravo soldado se conmovió hasta los tuétanos, y se volvió un maya para siempre.
- Padre, ¿de veras que no podemos recuperar a ese hombre para la causa cristiana? –indagó Cortés al escuchar esa parte del impresionante testimonio.
- Me temo que es imposible, señor –contestó Aguilar tomando aliento tras la larga narración–. Cuando recibí vuestro mensaje, he ido a verlo. Insistí mucho, pero fue categórico en su negativa. Gonzalo tiene las orejas horadadas y porta todos los tatuajes rituales de los guerreros de estas tierras. Sus hijos llevan una tablilla en la frente con una bolita colgando, para aplanar sus cabezas y a la par quedar bizcos, como les gusta a los mayas. Incluso sacrificó a Ixmo, su primera hija, para aplacar una plaga de langostas…
- ¡Joder! –se escuchó en un coro tan espontáneo como impreciso.
- Pero eso no es lo peor, caballeros –murmuró el fraile náufrago.
- ¿Qué puede ser peor? –preguntó Pedro de Alvarado.
- ¿Sabéis de unos castellanos que fueron atacados en Champotón dos años atrás? –inquirió a su vez Aguilar.
- ¡Francisco Hernández de Córdoba! –contestó Alvarado–. Perdió casi 60 hombres, y él mismo pereció después en Fernandina por causa de sus heridas.
- Estamos aquí, entre otras cosas, para vengar esa afrenta –sentenció Cortés.
- Pues poneos a buen recaudo, castellanos, que ha sido el nacom maya Gonzalo Guerrero quien ha dirigido ese ataque…
- ¡Joder!
El nuevo miembro de la expedición acababa de explicar como luchaban las naciones de nativos en las nuevas tierras. Ese conocimiento el caudillo lo interiorizó de un golpe. Le resultaría extremadamente útil durante toda la campaña mexicana. La labor de Aguilar como intérprete también sería sumamente importante para la gloria de Castilla.
Más tarde, apartados del resto, fray Cabezuela le dirigió la palabra en privado a fray Aguilar.
- Hermano, aunque no me conocéis, yo sí sé de vos –le dijo–. En su día hube de reemplazaros en Santa María la Antigua. ¿Recordáis a fray Miguel de Zumárraga?
- ¡Cómo no habría! ¡Miguel, aquel vasco impulsivo! ¿Qué ha sido de él? –exclamó fray Aguilar.
- Sigue en el Darién junto a Vasco de Balboa…[37] -comenzó a explicar fray Cabezuela.
- Hermano, ¿sabéis algo sobre mi madre? –lo interceptó el náufrago.
- Pues… es de eso que quería hablaros…
- ¡Decidme, por favor!
- Nuestros hermanos franciscanos del Monasterio de la Cartuja de Sevilla la visitan con cierta regularidad en Ecija.
- ¡Gracias a Dios! ¿Entonces, está bien?
- De salud sigue muy robusta, mas debéis entender que la noticia de vuestra desaparición en tierras de caníbales la afectó mucho –enunció don Simón–. Vuestra madre se niega a comer carne, y al ver freir cualquier pedazo suele gritar como loca: «¡Ved aquí la madre más desdichada del mundo, ved aquí los trozos de mi hijo!»
- ¡Santo cielo! –articuló medio ahogado don Gerónimo con lágrimas en los ojos, y el nudo en la garganta no le permitió continuar.
En ese momento fueron interrumpidos por el soez capitán Alonso Hernández de Portocarrero. Se había acercado sigilosamente para escuchar la conversación, y vociferó inclemente:
- ¿A que no sabéis lo que grita vuestra madre cuando ve cocer unos huevos?
[36] Las guerras mesoamericanas se caracterizaban, en primera línea, por la captura de prisioneros. El guerrero maya, totonaca, tlaxcalteca o azteca intentaba sólo herir a su rival para tomarlo preso y luego sacrificarlo ante el altar de sus dioses. En aras de ese objetivo se invertía más en la emplumada y colorida decoración de los guerreros que en su armamento. Para que el lector se haga una idea en términos de productividad: Apresar a un guerrero costaba por regla el triple de esfuerzo y tiempo que matarlo.
[37] Esa información no era exacta. Corría febrero de 1519 y Cabezuela ignoraba que Pedrarias había hecho ejecutar a Balboa apenas un mes atrás.
5 ago 2008
Fragmentos del diario de un OeNeGeta 2
Octubre 16
La comunidad banyamulengue nos ha aceptado plenamente. Nos movemos con total libertad entre las aldeas y los campamentos de refugiados, escoltados por dos camionetas de juveniles milicianos, que disparan al aire alegremente para anunciar nuestro paso. Uno de los escoltas más entusiastas es Nubango, el joven que tiene mi iPod. He mejorado mi amistad con él. Hoy le he prestado mi bolígrafo Parker Sonnet. Creo que me lo devolverá. Debo tomar cuidado para que Nubango no vea el Palmtop. No podría prescindir de éste, pues ahí llevamos las existencias de medicinas. Por cierto, no tenemos suficientes vacunas contra el tifus. Y nos han avisado sobre un brote epidémico en Burundi. Es cuestión de días hasta que la primera oleada nos alcance. Eugène, el director del equipo MFS antecesor, nos había informado que el año pasado la Organización Mundial de la Salud (OMS) envió un gran lote de vacunas. Pero no quisieron entregarlas a MFS por razones jurisdiccionales. Se las confiaron directamente a Patrick Masunzu, el líder del Rassemblement Congolais pour la Démocratie-Faction Goma (RCD-Goma). Y Masunzu la comercializó en el mercado negro de Kampala, Uganda, para financiar la heroica lucha del pueblo banyamulengue contra la opresión imperialista, donde el RCD-Goma se enfrenta con las Forces Armées de la Republic Democratic du Congo (FARDC) y sus aliados de las milicias babembes, llamadas Mai-Mai. Aunque algunas veces el RCD-Goma también combate contra el Rassemblement Congolais pour la Démocratie-Faction Wamba (RCD-Wamba).
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Octubre 29
El general Masunzu se apareció esta tarde en Tshibindami para un sorpresivo acto político. No nos permitieron hablar con él sobre la situación con el tifus, pero pudimos asistir a su discurso público. Todos los banyamulengues aplaudieron, cantaron y bailaron con sus palabras. Incluso los enfermos de tifus. La guardia personal de Masunzu tuvo la gentileza de traerlos desde el hospital de cuarentena que montamos en las afueras del campamento. Dicen que Masunzu nació en Uganda, cuando su familia tuvo que huir de Goma por los pogromos de 1963. Por eso prefiere hablar en inglés, en swahili, en kinyarwanda o en kirundi. El francés, en cambio, no lo domina bien. Mas esa debilidad lingüística la compensa con su carisma y sus dotes de orador. De sus palabras se me grabaron éstas: «La premisa fundamental para la paz en el Congo oriental es la de-escalación. Cada comunidad debe proponerse cometer menos atrocidades contra aquellos que perciban como sus enemigos. Nosotros esperamos que las FARDC y sus secuaces Mai-Mai den el primer paso.» Me ha impresionado su claridad y su honestidad, lo confieso. De hecho, no veo en Europa, ni en todo el primer mundo, a un líder de semejante formato. Lo hemos discutido en el equipo de MFS, y llegamos a la conclusión de que no debíamos complicar la titánica labor de Masunzu y el RCD-Goma reclamándoles vacunas. Somos nosotros quienes tenemos que conseguir las medicinas para el pueblo banyamulengue. Es nuestra deuda con Africa. Mañana le pasaremos un comunicado a la central de MFS en París pidiendo recursos para comprar las vacunas en el mercado negro de Kampala. Richard, como jefe de nuestro grupo, lo redactará esta noche con la ayuda de Sabine. Han prometido, si es preciso, no dormir, pues el texto ha de ser absolutamente convincente.
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Noviembre 22
Hemos conseguido frenar la expansión del tifus. Las donaciones que reunió MFS han sido muy importantes. Mas también la ayuda del general Masunzu, que nos brindó salvoconducto y transporte hasta Uganda para comprar medicamentos. Resulta que las tropas del RCD-Goma se habían contagiado en su visita a Tshibindami, y mal pudieron contener la ofensiva de los babembes la semana antepasada. Tanto más necesario se hizo nuestro apoyo en este momento. Hace un rato vi a Sabine entrar en la tienda de Richard. Tal vez se sienta mal. Debería acudir a mí, que soy su amigo, y no a ese ex-pseudoanarquista, que acepta regalos de los pacientes banyamulengues.
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Diciembre 12
Aprovecho que ya puedo ver un poco, al menos con el ojo derecho, para anotar estas líneas. Antier me di un gustazo. Me hicieron las tradicionales escarificaciones faciales banyamulengues. Sabine me había explicado su romántico significado, y le pedí que fuera la wizi, mi musa, para poder acudir ante el curandero que las aplica. Se sorprendió, pero aceptó halagada. Aunque aclaró que la wizi ngue, la danza de la musa, la bailaría con ropa, pues nuestras directivas son muy estrictas en ese sentido. No pude estar más de acuerdo, por supuesto. El curandero Ruhimbika se esmeró. Sabemos que se ha sentido un poco menospreciado desde que MFS se radicó entre los banyamulengues. Cuando todo estaba preparado, con los músicos ensayando y el vecindario reunido curioso, Richard vino para hacerme desistir, alegando que podría haber complicaciones. Incluso llegó a amenazarme con un reporte disciplinario en caso de que yo me viese luego imposibilitado en mis labores diarias. Sabine explotó. No sabía que podía decir cosas así. Richard se fue amedrentado. Pero yo no había dudado. Tampoco dudé cuando Ruhimbika colocó la aguda punta del cuerno de búfalo en el fuego. Me arrepentí sin dudar. Sólo que, con cuatro banyamulengues sujetándome, era demasiado tarde. Al recuperar la conciencia seguía todo oscuro. Entonces pude oir la dulce voz de Sabine diciéndome que no me asustara. Me alivió escuchar sus palabras: «Conseguirás volver a abrir los ojos, François, en cuanto se te baje la inflamación de la cara... Y ahora, para que te relajes, conocerás lo que en mi país se llama un hånd jobbe...»
4 ago 2008
Fragmentos del diario de un OeNeGeta
Mayo 23
Por fin conseguí la licencia del decano para tomar un año sabático. Después de 18 semestres estudiando creo que me lo merecía. Sin contar que ya no veía manera alguna de financiarme el próximo. Mi padre está cada vez más reaccionario. También el Banco Universitario me negó un nuevo préstamo. Y lo peor: el fondo para estipendios de las Juventudes Socialistas Alternativas está vacío. De nada me sirve mi buena relación con Christine, que ahora trabaja de secretaria en la central de la JSA. ¡La dulce Christine! Los dos años que estuvimos saliendo son sencillamente inolvidables. Ella estudiaba sociología, creo yo. ¿O era sicología? Solíamos masturbarnos uno frente al otro. Yo me adelantaba, pero la esperaba para acabar juntos. Aquella mirada de mutua complicidad en el momento cumbre era deliciosa. La extraño.
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Junio 26
Hoy recibí la confirmación de la ONG. Me aceptan en su proyecto congolés por un año. Son fantásticos estos Médicos Fronterizos Solidarios. Incluso iré en condición de médico. Me han dicho que, aunque todavía no tengo el título, mi tiempo de estudio me da un nivel superior al de un doctor local. Tengo que presentarme en una semana para comenzar el proceso de vacunación obligatorio. Son 36 vacunas. Imprescindibles para entrar en la selva. Hay que mantenerse sano para ayudar a los enfermos. Pero igual, 36 es una buena cantidad. No se trata de tabletas o supositorios, sino de inyecciones.
[...]
Julio 28
El cursillo de entrenamiento de los MFS es formidable. Somos 16 novatos en el grupo. 14 chicos, o 15, pues con una de las chicas no estoy tan seguro. Todos universitarios. De diversas especialidades. Incluso hay 2 que ya son graduados pero no han conseguido trabajo. Los estudiantes de medicina somos cuatro. Sólo conocía a Richard. Un verdadero veterano. El ya estaba en mi facultad cuando yo me matriculé hace nueve años. Nos llevamos bien, pero no es que seamos grandes amigos. Resulta un poco anarquista para mi gusto. Los otros dos son Jean-Manuel, un español de Montpellier, y Sabine, la chica. Es danesa, según entendí, pero creció en Bélgica. Aunque no le sentó mal, no parece nada tonta. Creo que le caigo bien. Tenemos que compenetrar para poder ayudar en el Congo. No sólo los cuatro médicos, sino también los restantes compañeros, que se ocuparán de las labores logísticas.
[...]
Septiembre 10
Mañana saldremos para el Congo. Estoy un poco nervioso. Quedamos 12 en el equipo. Cuatro se vieron obligados a desistir. Dos por cuestiones de salud. Y otros dos porque encontraron trabajo. Por suerte, Sabine no está entre las bajas. Hoy todos han aprovechado el día para despedirse de familiares y amigos. Menos Sabine, cuya familia está muy lejos. Y yo, pues mis padres no me hablan. No importa, ya lo entenderán cuando sean mayores. Más mayores, quiero decir. Hemos pasado el día juntos, Sabine y yo. La noche, en cambio, dijo que prefería pasarla sola. Pero, bueno, ya habrá otras ocasiones de compartir en la selva, acampando al calor de una hoguera. Durante el día simplemente paseamos por París. Charlamos con los africanos que vendían cosas en la calle, frente a la Basilica de Sacré-Coeur sobre todo. Pero ninguno era congolés. Al menos todos hablaban francés. Es que hay muchos países de lengua gala en el continente negro: Mali, Guinea, Martinica, Guadalupe, Costa de Marfil, entre otros. El viaje será largo. Iremos vía Tanzania, pues resulta más seguro.
[...]
Septiembre 18
Ya se me quitó la fiebre. No fue nada, pero ¡qué susto! Las vacunas no pueden preverlo todo. Al fin puedo actualizar este diario. Después de llegar a Dar-es-Salaam, partimos por vía terrestre hacia occidente. Junto a la frontera nos esperaba el equipo local de los MFS con un helicóptero para transportarnos al territorio de los banyamulengues, nuestros anfitriones definitivos. Por tierra no es posible llegar hasta ellos sin atravesar el territorio de los babembes, con los que mantienen un lamentable conflicto. Esperamos que pueda ser resuelto pronto por la vía de las negociaciones. El helicóptero era de fabricación soviética, año 1976. Tuvimos un vuelo bastante agradable. Exceptuando algunas turbulencias, que el piloto ucraniano esquivó con gran habilidad, elevándonos compulsiva y repetidamente. Me manché la camiseta del Ché que había comprado en Pigalle junto con Sabine. Definitivamente no fue buena idea almorzar aquella suculenta Supu Ya Ndizi (sopa de plátano) antes de subir a la nave rusa. Pero lo más temido no sucedió. Afortunadamente, las milicias babembes no nos dispararon. Ni tampoco sus vecinos baregas. Al parecer nuestro aviso y el peaje les llegó a tiempo. Los banyamulengues nos recibieron con gran alegría. Un grupo de jóvenes nos rodearon apenas desembarcamos. Uno de ellos me quitó mi iPod. Se lo regalé, porque seguramente ha tenido una infancia muy dura, con un fusil de asalto AK47 por único juguete.
[Continuará...]
1 ago 2008
El Mercader de Lobetal - Coda
Algo así como un epílogo
Mi socio inversionista acabó la carrera un año antes que yo. Luego sacó media docena de certificados de Microsoft y de LAN, y entró en el negocio de la consultoría de redes. En la segunda mitad de los 90 ya iba a trabajar de Armani, con un Mercedes de la empresa y primas de 40.000 por navidad. Sólo en un punto no consiguió superarse: seguía con la misma mujer.
La última vez que lo vi fue a comienzos de este siglo. Quedé con la leve impresión de que me escurrió el bulto.
Me lo había encontrado de casualidad en la calle. Le dije:
- Dime, viejo, ¿qué se cuenta? Oye, tengo un negocio ahí. Va a dar mucha pasta, pero hay que subirse con 50.000 euros. 50 nada más, y podemos sacarle el cuádruple.
No contestó. Decidí insistir. Acababa de invertir toda mi reserva en una sociedad limitada con otros socios, y no tenía capital para el prometedor asunto.
- Bueno, yo estoy sin fondos, pero si tú aportas, vamos a la mitad, ¿qué opinas?
Me miró un poco raro. Así que continué.
- Desde luego, primero descontamos de la ganancia los 50.000 de tu inversión. ¿Qué, te apuntas?
Dió un paso a un lado, a mi derecha, como para evadirse. Lo fui a agarrar de la solapa del traje, mas era un Hugo Boss y me pareció que sería una desconsideración. Así que no lo toqué. Unicamente le cerré el paso. Y volví a la carga:
- ¿Qué te parece la idea? Claro, necesitarás de unos días libres, porque tendremos que ir a Bulgaria. Oye, tú tienes muchas millas con Lufthansa, ¿verdad? Para los vuelos, chico...
No capté como lo hizo. De repente se me fue por la izquierda. Y yo que creía que sólo Ronaldo se sabía ese truco. Mientras corría, me gritó algo de que se le iba un tren. Pero lo vi entrar en el estacionamiento ejecutivo de Seguros Victoria S.A. Poco después salió un Maybach negro del parqueo subterráneo. Me quedé mirándolo, porque ese modelo aún no estaba en el mercado. Y, cuando pasó a mi altura, aluciné. Una de dos: o conducía un enano o el conductor se había escondido.
No sé, a veces los socios cambian con los años. Algunos se vuelven raros...
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