Mi socio Roberto me ha escrito desde Brasil y, entre otras cosas, me plantea una situación personal en busca de consejo. Este viejo amigo es contador y está felizmente casado con Renata desde hace años. No sé exactamente cuántos, pero no son pocos. Debo decir que Roberto es un apasionado de la pesca. Viviendo en ese paraíso fluvial que es Brasil ha pescado hasta piranhas con los dedos. Por cierto, la piranha frita es muy sabrosa. Y rellena de carne, un manjar. Por desgracia, Renata odia la pesca.
Paso a traducir el fragmento de la carta en cuestión.
[…]
Como sabes, hace un tiempo me compré un barquito que, aunque de uso, está muy bien. De manera que ahora me paso casi todos los fines de semana pescando. He intentado muchas veces convencer a Renata para que me acompañe, mas no ha querido ni una sola vez. Ella siempre ha detestado mi hobby.
Finalmente, un día en la tienda de utensilios de pesca comencé a conversar con Regina, la gerente, y resultó que ella también adora pescar. A partir de esa afinidad ha surgido una gran amistad entre nosotros. Y empezamos a salir a pescar juntos.
El domingo pasado tuvimos una de nuestras mejores excursiones pesqueras. Yo saqué un bellísimo tucunaré, como nunca había visto en esta época del año, y poco después Regina pescó otro igualito. Incluso hice una foto de Regina sosteniendo las dos piezas. Te la mando adjunta.
Luego, en casa, le mostré esa foto a Renata, pensando que tal vez así lograría interesarla en mis pesquerías. Sin embargo, el resultado fue totalmente contraproductivo. A Renata no le gustó la foto y me prohibió volver a pescar. También exigió que venda mi barquito.
Güicho, ¿qué hago? Te agradecería una opinión.
[…]
He aquí la foto de marras.
Le he contestado lo siguiente.
[…]
Roberto, he quedado impresionado con ese par de tucunarés tan grandes. Me dan ganas de palparlos y cogerles el peso. Sólo de verlos estoy seguro de que deben saber deliciosos.
Ahora pasaré a tratar tu dilema, tal como pides. Y seré breve.
Verás, personalmente tengo por regla no ceder ante ningún egoísmo. A menos que sea propio. Así que en tu lugar yo me quedaría con el bote, las boyas y el pescao. Sin dudarlo un instante. Para que Renata esté contenta, vende la cámara fotográfica. Esa es mi sana opinión.
No obstante, si decides hacer lo contrario, no te precipites. En unos días yo puedo visitarte. Ahí me presentas a Regina y te alquilo el bote.
[…]
Siempre lo digo: da gusto tener tales amigos, y más aún poder ayudarlos.
26 ago 2009
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Pobre Roberto, se ve que ha llevado una vida muy DURA.
ResponderEliminarOtra posibilidad, así de pronto, es que prescinda de Renata e intente amancebarse con Regina, considerando que comparten tantas afinidades pesqueras
ResponderEliminarTu amigo nacio en Canada????, porque solo los canadienses enfrentan situaciones similares.
ResponderEliminarAh, y si por una diarrea provocada por un indigestion no puedes asistir, pues aqui estoy listo para ayudar a tu amigo.
Miguel,
ResponderEliminarefectivamente, es para quedarse tieso ante semejante vida.
Choquehuanca,
ResponderEliminarbien que comentaste, se me había perdido tu blog.
Lázaro,
ResponderEliminarel tipo es brasileño. Canadá es otro paraíso fluvial para pescar, sobre todo si uno tiene piel de esquimal.
Ya te apunté de bateador emergente.
Creo que Roberto debe convencer a Regina para que Regina convenza a Renata. Las mujeres se entienden muy bien entre ellas. De ser efectiva esta variante, Roberto mantendra su bote, su hobby, su esposa y las boyas.
ResponderEliminarCreo que Eufrates tiene razón.
ResponderEliminarGuicho eres terrible!
ResponderEliminarY cuando se tienen bollas una puede decir que está embollada, como mismo se dice empingado?
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