Foto: La cara repugnante de La Roja.
Como suponía el pulpo Paul, en la semifinal España vs. Alemania ganó el equipo de circuladores de bola. Alemania se vistió de sus carencias técnicas congénitas y tuvo que correr tras la pelota. Daba pena ver a un negrón neoario de casi 2 m tratando de driblar a un gallego de 1,70 m. No obstante, la Germania multi-étnica tuvo la posibilidad de vencer. Si Toni Kroos convierte en la ocasión de gol al 100% que tuvo 3 minutos antes del tanto español, el equipo multi-ibérico aún estaría lamentando la mala suerte y la derrota inmerecida. Y la realidad es que, pese a las situaciones de peligro que creó, España marcó de casualidad, aprovechando que el portero alemán desperdició 3 segundos esenciales durante un corner para salir a empujar a Villa –otra vez decisivo pero de inesperada manera– y regresar luego al arco.
El gran error alemán, sin embargo, fue el fairplay. Jugar sin faltas contra un equipo técnicamente superior –muy superior, incluso– es una tontería. El contraejemplo perfecto lo mostró precisamente el otro finalista, los Países Bajos, frente a Brasil. Los rústicos guerreros del balompié germano de los años 80 deben haber sentido náuseas delante del televisor viendo la corrección político-deportiva de sus sucesores, criados en la era socialdemócrata del "si se me para la ofendo".
Pero lo más infame del juego fue, sin duda alguna, Carles Puyol –ese anti-Melo–, que traicionó a Catalunya y en lugar de un autogol anotó en puerta ajena. Lo de salir luego en cueros a saludar a la reina no compensa esa traición.
Éste hasta ahora ha sido un mundial de técnicos y árbitros, no muy lucidos con jugadas brillantes pocas y contadas. El técnico español es brillante como lo es el de Uruguay, aunque entre los uruguayos hay algunos jugadores geniales que arrastran al resto del equipo, como sucede también con Holanda. Por primera vez, me gustan los equipos de España y Holanda; ya veremos. Tengo los dedos cruzados también para Uruguay.
ResponderEliminarCon respecto al catalán que marcó el gol, hay muchos catalanes encantados de que sea alguien del Barcelona (y buena parte de su equipo) los que estén llevando lejos a la selección española, en Cataluña están muy contentos con los resultados del equipo nacional, algo que debe ser frustrante para los caciques nacionalistas, puesto que tantos años multando a los que hablan y rotulan comercios en español, negándoles medios de comunicación en esa lengua y pisoteando sus derechos para poder lavar cerebros en esa región y hacer creer que son una nación catalana y resulta que el mundial les ha echado por el suelo esas espectativas basadas en sus fantasías de una nación ficticia.
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