Los juguetes ecológicamente correctos han conseguido entrar en el mercado estadounidense. Es el tercero que conquistan, tras el mercado neolítico y el mercado europeo. Aunque hay sus diferencias. Los ecologistas europeos también son pacifistas. No fabricarían un juguete ecológico belicista, por muy blanda que sea la madera. De los juguetes neolíticos mejor no hablar, pues en la edad de piedra se perdieron más vidas jugando con flechas que en algunas guerras modernas.
En todo caso y volviendo al asunto, estas pistolas de palo me recuerdan el párvulo arsenal de mi barrio en plena carencia socialista tercermundista. Porque en mi época sí se jugaba a la guerra, los pistoleros, los vaqueros o los gánsteres. Yo tenía una pistola de metal, herencia de mi padre, y un fusil de plástico, fruto del cambalache. Para jugar cada cual traía su arma, por supuesto. Y era dramático: los que venían con semejante armamento de leña mostraban pudor, sobrecogimiento, inhibición a la hora del combate. Eso contradecía todo lo que nos enseñaban en la escuela acerca del heroísmo de los guerreros de la patria: siempre en desventaja técnica, mas con la moral muy alta. Pero no, no era lo mismo hacer sonar el percutor de una ametralladora de plástico: ratatatatá, que imitar con la boca el disparo de una pistola de palo: tuf, tuf. En fin, en mi barrio las guerras siempre las ganábamos los malos.
19 feb 2010
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Aquí abundan, desde hace años, muñequitas de trapo, casitas de madera. Le compré una a mi hija, de pequeña, y me miró como si me hubiera vuelto loca.
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