19 jul 2009
Las notas perdidas del Diario del Che en Bolivia 42
Agosto 22 de 1967
[…]
El hombre que huía por la orilla del río y provocó la alarma matutina era Urbano. Lo interrogué respecto a esa situación. Explicó que se encontraba ejecutando una diligencia privada cuando percibió la proximidad de lo que parecía un puma o un gato grande. Indagué sobre el lugar exacto de lo sucedido para orientar a la gente de no ir a evacuar por ese lado. Ya tenemos a uno con un tiro en la nalga, sólo nos falta otro con un zarpazo.
Después de analizar más el asunto decidí que lo mejor era ponernos en marcha. El lumbago de Muganga se lo neutralicé con una anestesia local. Esperaba que así pudiese caminar. Sin embargo, después que le puse la inyección se le paralizaron las piernas. Resumiendo: de todas maneras hubo que subirlo a la mula, y conmigo detrás para sostenerlo. Opté por no presionar a la mula esta vez y dejé que se tomase su tiempo. La gente se adaptó a nuestro paso.
Lo único bueno de la desaparición de Benigno es que la radio no lo ha mencionado hasta ahora.
Agosto 23 de 1967
[…]
El terreno parece empeñado en obstaculizar nuestro avance. Comprobamos que circunvalar un precipicio resulta particularmente complicado cuando el borde es estrecho y fangoso. En un par de ocasiones a la mula se le resbaló una pata hacia afuera. Dos veces la suerte de nuestros pueblos quedó pendiente de tres patas. Me sentí irresponsable arriesgando el destino de la revolución, así que le dejé la mula al Moro para él solo. Seguí a pie hasta que quedó atrás el despeñadero. El fango, en cambio, no se acabó en ningún momento. Incluso empeoró. El último caballo, ya viejo y huesudo, que reservamos para cargar todos los pertrechos bélicos desde que nos comimos a los otros, pisó en mal lugar y se atascó en el barro con tanto peso. Se fue hundiendo poco a poco entre relinchos cansados. Por fortuna, se pudo desmontar el material antes de que el lodo alcanzara el lomo. Lo dejamos ahí. Fue una pena porque hubiera dado al menos para algunas sopas.
Cazamos a dos cazadores. Dijeron que hay soldados donde Vargas y en Tatarenda, así como en Ipitá, Yumón y Caraguatarenda. O sea, que estamos rodeados. También informaron de que en Caraguatarenda hubo un asalto, en el cual un soldado resultó herido y desapareció un puerco. Reconozco la obra de Benigno. Debió estar desesperado del hambre.
Otra novedad que supimos de la misma fuente fue que el río aquí tiene pesca, y hasta los soldados suelen venir en grupo a pescar. Para no ser menos pescamos algunas piezas con un cartucho de explosivo. Se prepararon con el arroz que traían los cazadores. Se les ofreció de comer a los prisioneros a cambio de servirnos de guías mañana. Comieron y dijeron que se iban. Se podría suponer que no habían entendido, pero con estos nativos ladinos nunca se sabe. Se les retuvo.
La radio confirmó que el juicio de Debray no dará comienzo hasta el mes próximo, ya que el francés no ha terminado su declaración ante las autoridades. Debe estar contando de cada pelo y cada seña de cada compañero, cada viaje y cada misión.
Agosto 24 de 1967
[…]
Día mediocre. Ante lo impredecible de la victoria renunciamos a un posible combate. Sucedió así: Salimos de madrugada con los cazadores como prácticos. Juraron que no conocían bien la zona porque acostumbran a cazar más al sur. Les dije que lo comprendía, pero que nos guiarían así mismo. Es como funciona esto aquí. Tras un buen rato Miguel notó que uno de los cazadores hacía señales sin éxito a alguien situado del otro lado del río y un poco más adelante. Nos emboscamos y vimos que se trataba de 3 campesinos y 8 soldados. Di la orden de amordazar a los guías y no disparar hasta que los guardias no hubieran cruzado el río y estuvieran cerca, puesto que de otra manera alguno podría sobrevivir y devolver el fuego. Mas, de forma inopinada, los soldados no cruzaron, sencillamente siguieron de largo.
Mandé a los macheteros de cacería. Trajeron un buitre andino y un gato ya putrefacto. Los atraparon juntos. Pombo sugirió que era el gato de Urbano y que lo envenenó el excremento. Me dio la impresión de que a Urbano no le gustó la ocurrencia, pues empujó con un gesto brusco a Aniceto por reirse. Asamos el cóndor. Con el gato se preparó un estofado para mejorar el sabor.
La situación del Camba es crítica. El miedo le ha hecho metástasis. Con apenas mencionar al ejército se pone a temblar. Chapaco luce más estable, ya no se orina tanto. Los demás combatientes están en plena forma, aunque con un hambre indescriptible.
[…]
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¿Que la suerte de "nuestros pueblos" quedó pendiente de las tres patas? ¿Y de una mula (la pobre)? Esto me ha hecho reír a carcajas.
ResponderEliminarInsuperable, junto con otros detallitos: su pericia médica, su amor por los animales, para no hablar de los seres humanos y ¡la sazón de lo putrefacto!
Esta nota es excepcional.
Lo de las tres patas, superbe! Me he despetroncado con lo de que la obra de Benigno es la de matarse el hambre. Y lo de Debray chivateando, ni te cuento lo que me reído.
ResponderEliminarBueno y lo de Chelloween, único.
ResponderEliminarGenial lo de las tres patas y los pueblos... este fragmento del diario no tiene precio, amigo Guicho. Gracias.
ResponderEliminarChelloween!!! Genial...
ResponderEliminar¿Y qué me dicen del caballo que se hundió en el barro? Qué pena, que al menos hubiese dado para sopa.
ResponderEliminarÚnico, Güicho.
La proxima vez que hagas la transcripción de las notas fijate haber si no hay notas perdidas de los demas sería genial saber la opinion personal de los otros sobre las come....... (palabra irrepetible)
ResponderEliminardel gran jefe bola churre (es historico su odio por los baños en la sierra maestra la unica agua que probaba fuera del estomago era para quitar sus lagañas)...seria genial ver si hay esas notas
si aparecen echame un email para llegar a leerlas
saludos
Genial esta serie.
ResponderEliminarSaludos
Hacía mucho tiempo que no me reía tanto. Gracias.
ResponderEliminarPor supuesto que esta frase quedara antologica:
ResponderEliminar"Dos veces la suerte de nuestros pueblos quedó pendiente de tres patas..."
Veo que ha conmovido tambien a otros lectores... sigo conmovido del ataque de risa.
Excelente entrega la de este capitulo, Don Guicho. Espero la proxima.