26 nov 2008

Dos De Pisco, Uno De Ron II


La lluvia no era demasiado fuerte, apenas demasiado incesante. Por suerte, el escenario disponía de techo. Habría concierto hasta el final. La solidaridad de los artistas con el público se tradujo en esmero musical. Todo el mundo bailaba, y no por mera terapia antihumedad. Por las gradas caía el agua en pequeñas cascadas. Abajo, en el ruedo, se formó rápidamente un lodazal. Allí el baile se combinaba con el patinaje. El total poseía un nombre: alegría.

El combo de cumbia se retiró. Mientras una banda argentina de rock se instalaba en el tablado, nos refugiamos en el pisco para resistir.

- Luchito, ¿de dónde tú eres? –preguntó Lilita.

- ¿De dónde crees tú?

- Ay, pues de Panamá, del Caribe colombiano, de Venezuela…

- Si agarras un barco, puede que llegues –prometí, antes de que me metiera en Surinam.

- ¡¿Eres cubano?! –exclamó Leyla, y el brillo de sus ojos era un augurio feliz.

- Si mal no recuerdo – aseguré.

- Teníamos un profesor cubano en el instituto –explicó.

- Y todas sus alumnas estábamos enamoradas de él –añadió Lily.

El cantante de la banda abrió la segunda mitad del show con un comentario sarcástico sobre la Copa Libertadores, donde el Boca Juniors acababa de eliminar al equipo local. Siempre saben como ganar "amigos" –pensé. Pero el vocalista rioplatense, como queriendo contrariarme, se lanzó al lodo con los primeros acordes. Se deslizó de pie, de rodillas y de fondillo para deleite del público.

- Por algo lo llaman el chancho –murmuró la risueña Lily en mi oído.

Se lo repetí a Leyla en su oreja. Nos reímos más, y seguimos bailando. El chancho cantaba bien.

El diluvio acabó justo al vaciarse la plaza. A la noche aún le faltaba cuerpo. Mas era imposible conseguir un taxi. Afirmé tener eso resuelto. Y casi era cierto. Llamé al chofer privado que me había traído en su taxi inoficial, cómodo, limpio y libre de impuestos. El tipo juró haberse retrasado por culpa de una avería. Por los sonidos de fondo supuse que el taller se encontraba en una sauna o en un puticlub. En fin, tardaría en llegar.

Nos paramos en un portal. La menor temperatura nocturna ya se hacía notar. Y todavía más con las ropas mojadas. Las capas no habían logrado impedir tanto líquido.

- Abrázame, Leyla, que me voy a resfriar… –susurré, a punto de temblar.

Y Leyla me abrazó. Ya sabía que Lily vendría sola. Y Lily vino sola. Y también me abrazó. De momento, estaba a salvo.


[Continuará...]

8 comentarios:

  1. Estimado Guicho, hasta cuando...? Acaba de soltar el final...! Estoy curioso por saber en que termino la pata de palo!

    HAPPY THANKSGIVING! Y gracias por hacernos reflexionar, riendo... la mejor de las combinaciones.

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  2. con dos de Pisco, se armó el pellizco y con una de Ron ...(ya tU sabes)

    ;)

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  3. Feliz celebración, milagro no recreaste algo de aquello. Hubiera tenido su tremendo voltaje leerlo por aquí.
    saludos, tony.

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  4. Eufrates,
    recuerda que con una pata de palo no se puede correr...
    Happy Thanxgivin'!

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  5. Tony,
    ya veo que también le metes a la poesía castiza...
    Happy Thanxgivin'!

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  6. No sé por qué, pero me da que esas ropas mojadas no van a estar mucho tiempo sobre los protagonistas de esta historia...
    Un beso

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