Septiembre 27 de 1967
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Hasta las 4 de la mañana intentamos dormir. A esa hora Inti propuso contraatacar y reconquistar La Higuera. Es obvio que está sobremotivado debido a la muerte de su hermano. No acepté perpetrar semejante acto de revanchismo. No menos de 300 rangers nos estarían esperando. Ordené continuar la subida. No había forma. Envié de exploración a los más prescindibles: Eustaquio, Aniceto y Chapaco. Inti pidió ir con ellos. Le dije que no. Probablemente le dispararía al primer soldado que viese. Tras unas 2 horas retornaron los exploradores con la noticia de que se podía subir por un costado. Trepamos y nos agazapamos entre unos arbustos. El planteamiento táctico está claro: Esperar a que el ejército se canse y se vaya.
Descubrimos un trillo que baja de la loma pasando junto a una casita. Era la salida que necesitábamos. Vi a la gente cobrar ánimo. Sólo había que aguardar a la noche. Sin embargo, por la tarde llegó un pelotón de soldados y se acomodó en la cabaña. Un campesino salió del rancho con un soldado. Comenzaron a ascender la pendiente en dirección nuestra. Eso provocó una gran crispación en la tropa. Ordené no disparar bajo ninguna circunstancia. Inti desenvainó un machete y comenzó a deslizarse hacia abajo. Chapaco sacó una cuchara y empezó a cavar una trinchera. Tuve el impulso de acribillarlos a ambos. No lo hice por no contrariar mi propia orden.
Afortunadamente, el campesino y el guardia se detuvieron a mitad de la loma. A recaudo de las miradas del resto de los soldados, aunque no de las nuestras, los dos se pusieron a jugar de manos en una perturbadora escena. Inti regresó de inmediato arrastrando el machete. Chapaco soltó la cuchara. Decidí no comentar nada en ese momento, pero tengo la convicción –y no es nueva– de que las UMAP bolivianas van a ser muy numerosas.
Escuchamos disparos en la colina vecina, y luego voces conminando a un fugitivo a entregarse. Debió ser Camba. Parece que se tomó al pie de la letra lo que le prometimos anteayer y se largó por su cuenta en La Higuera. Para nosotros es un beneficio. Las otras bajas, en cambio, dejan pérdida de forma bastante clara.
Coco Peredo fue el mejor cuadro del ELN durante esta primera etapa, el candidato a vanguardia del año. Tenía un gran futuro. Como revolucionario preparado y combativo estaba destinado a altas funciones de gobierno, inalcanzables para un labriego indígena o un peón cocalero.
Miguel era un soldado a toda prueba. Se llamaba Manuel Hernández y venía del batey de Santa Rita. Le pusimos Miguel por analogía con su tocayo poeta, puesto que de niño el bardo español pastaba cabras y a esa edad Manuel ya era un cabrón. En su última noche se durmió sin colocar postas, y nada sucedió. En su último día lo mandé a una fiesta, y murió. Analizaré esa paradoja en otra oportunidad.
Pocholo al principió sólo se destacaba por el olor de los pies. No obstante, se supo integrar perfectamente. Después de un tiempo todos olíamos igual que él. Llegó a ser un buen combatiente.
León sabía dibujar. Al comienzo, como era de esperar, no disponía de suficiente madurez ideológica. Durante los primeros días toleré su manía de pintar comics. Hasta que me dibujó vestido de supermán. Lo castigué a pintar 10 Lenin, 10 Stalin, 10 Mao, 5 Kim Il Sung, 5 Ho Chi Minh y 1 Fidel. No cumplió por completo el castigo porque no conocía la apariencia de todos los líderes. Lo acepté. Si Fidel ve el retrato que le hizo, lo manda a fusilar.
La radio anunció que fuimos golpeados por una compañía del ejército, la cual nos sorprendió en pleno día deambulando de fiesta en fiesta. Se mencionan 3 muertos, pero ningún prisionero. La unidad de rangers se denomina Galindo. Lo apunté. Si el pueblo lo exige, tras la victoria recibirán el trato que merecen.
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El castigo de los dibujos, genial! Ah Don Guicho! Veo que faltan pocos dias para el combate del Yuro... Espero las proximas entregas con la misma intensidad que mi vecina espera American Idol.
ResponderEliminar¨El planteamiento táctico está claro: Esperar a que el ejército se canse y se vaya¨.
ResponderEliminarDesde Alegria de Pio hasta la Quebrada del Yuro, en cuantos combates participo el argentino???
Chapaco me recuerda a mis perros aunque ellos no usan cubierto.
ResponderEliminarMe encantará verte analizar esa paradoja. Un saludo.
¿Sabe alguien dónde y cómo conseguir ese documental de Wilfried Huismann que se menciona en la nota anterior?
ResponderEliminarEstaba comiendo delante de la pantalla y por nada me ahogo con un petit pois de la risa. Lo de las cabras de Miguel Hernández y el cabrón de Manuel, para destoletarse. Lo del castigo de los dibujos -como dijo Eufrates- bestial de cómico. ¡Cómo debió de ser el retrato de Fidel! En cuanto a la táctica, siempre a la espera de que el enemigo huya. Y las fotos de cabecera, bueno, lo de la comparación con Sadam te quedó bordada. Saludos desternillados.
ResponderEliminarEl reporte de la radio de que fueron sorprendidos de fiesta en fiesta, en pleno día por un pelotón del ejército está comiquísimo. Qué hubiera dicho el Comandante de La Habana si hubiera escuchado la noticia?
ResponderEliminarGracias querido Guicho, Dios te bendiga.
El reto de dibujar a los lideres colmo el castigo: Divino.
ResponderEliminarComo dice Lori, que Dios te bendiga, Güicho.
ResponderEliminarAy Guicho...Si pudieras conseguir una copia de esa caricatura del fifo sería genial, tanto como éstas entregas de las "Notas perdidas del Diario del...Genial!!!
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