
La chanson resulta la expresión musical esencial del pueblo galo, tanto como la canzone para los italianos, y muchísimo más que el bolero para los cubanos y mexicanos. Sin embargo, como ningún otro género nacional, la chanson française se ha nutrido básicamente de sangre ajena. Probablemente esa es la explicación de su formidable calidad.
Habría que empezar por la madre de todos los chansonniers, Edith Giovanna Gassion, la Piaf, cuya abuela materna respondía al bonito nombre de Aïcha Saïd ben Mohammed y era una berebere marroquí. También lo de Giovanna vino de una bisabuela italiana.
Sigamos con las damas. La bella Dalida se llamaba en realidad Iolanda Cristina Gigliotti y nació en El Cairo, Egipto, de padres italianos.
Por su parte, la también desaparecida Frida Boccara nació en Casablanca, Marruecos, de padres judíos sefardíes.
La dulce Marie Laforêt es portadora del nombre real Maïténa Doumenach, como le pusieron sus padres armenios.
La conexión armenia podemos continuarla con la chica ye-ye más exitosa de Francia, Sylvie Vartan, o sea, Sylvia Vartanian. Pero sólo a medias, pues la madre era húngara. Como era de suponer, Sylvie nació en… Bulgaria.
También la encantadora Hélène Ségara es medio armenia, mas a la inversa: por parte de madre. Su padre es italiano y su nombre real, Hélène Rizzo.
Medio italiana es igualmente la talentosa Nicoletta, en realidad Nicole Grisoni. La madre también era diferente: loca. A ella se refería su éxito Mamy Blue.
Italiana completa es la actual primera dama y cantante, o viceversa, nacida Carla Gilberta Bruni Tedeschi en Turín en el seno de una conocida familia.
Tampoco podían faltar las anglosajonas. Por ejemplo, Jane Birkin nació en Londres.
El caballero que acompaña a Jane en esta famosa pieza, Serge Gainsbourg, fue registrado al nacer como Lucien Ginsburg por sus padres judíos rusos.
Similar ancestro por el lado paterno posee el ex-fugitivo Michel Polnareff.
Otro progenitor de origen judío ruso avalaba a Joe Dassin, nacido como Joseph Ira Dassin en New York, USA. La madre era húngara. Elegante hasta el final, Joe pereció ahogado en Tahití.
Judío completo y americano era el fallecido Mort Shuman, un gran admirador de Jacques Brel nacido en… Brooklyn, claro.
El popular Jean-Jacques Goldman es otro cantante francés de padres judíos, polacos en este caso.
Dejemos atrás a los askenazíes. El judío mizrají Richard Anthony llegó a Francia desde Egipto, había visto la luz en la comunidad hebrea de El Cairo como Richard Btesh. Las malas lenguas decían que su afición a la poligamia delataba, en cierta medida, el entorno de su infancia.
Otro judío egipcio, si bien sefardí -de rama otomana y sub-rama tesalonicense-, es el métèque Georges Moustaki, nacido en Alejandría como Yussef Mustacchi.
El extravagante Darío Moreno fue otro sefardí de rama otomana, su nombre real era David Arugete y nació en Esmirna, Turquía.
También sefardí es Enrico Macias, nacido como Gaston Ghrenassia en Constantina, Argelia.
Lógicamente, después de tantos judíos a alguien le tenía que tocar la podrida en cuestión de ascendencia. Ese es Gérard Lenorman, hijo de un desconocido soldado de la Wehrmacht alemana. Oui, madame la maman fue colaboratrice…
Junto a los judíos, los italianos forman el otro pulmón de la chanson. Empezando por el más francés de todos los galanes: Yves Montand, bautizado como Ivo Livi en un pueblo de la Toscana.
Serge Regianni, otro gran actor francés, era apenas un año menor que Yves y vino al mundo algo más al norte, en Reggio Emilia.
Nino Ferrer se llamaba en realidad Nino Agostino Ferrari y nació en Génova.
El popular Christophe nació en la banlieue parisina de padres italianos. Su nombre original: Daniel Bevilacqua.
Francis Cabrel, en cambio, tuvo padres franceses, pero los cuatro abuelos italianos.
Claude François agradecía su existencia a un padre francés y una mamá italiana. Por cierto, nació en Ismailia, Egipto.
Con Richard Cocciante la cosa es al contrario: papá italiano y madre francesa. Y, claro, vino al mundo en Saigón, Vietnam.
El caso de Antoine es realmente inusual. Sus padres italianos lo llamaron Pierre Antoine Muraccioli cuando nació en… Madagascar.
La tanda franco-magrebina tiene mucho de italiana también, pues inmigrantes italianos conformaban la gran masa de colonos franceses en las posesiones del norte de Africa.
Alain Souchon nació en la mundana Casablanca, Marruecos. Su nombre real es Alain Kienast.
Pierre Groscolas salió de Lourmel, Algeria.
Étienne Daho nació en Orán, Algeria.
Entre tanto magrebino falso viene bien uno genuino: Guy Mardel se llama en verdad Mardochée Elkoubi y también es oriundo de Orán.
Por supuesto, la conexión armenia también está presente en el género masculino. Con nadie menos que el gran Charles Aznavour, de lejos le meilleur chansonnier de todos. Su papá y su mamá eran inmigrantes armenios y lo bautizaron como Shahnour Vaghenag Aznavourian.
Danyel Gérard tiene por nombre real Gérard Daniel Kherlakian, su padre era armenio.
Daniel Guichard proviene de padre francés y madre rusa.
Con Sacha Distel era exactamente al revés.
Hay muchos más. Estos son apenas, de los que conozco, los que aprecio. No he querido contar a los suizos, a los belgas, al monegasco Léo Ferré, ni a los quebecos. Y mucho menos a los griegos políglotas Nana Mouskouri, Melina Mercouri y Demis Roussos, viciosos a cantar en francés.
Lo que no hay es un chansonnier cubano. Lástima que mes amis Zoé y Javier tuvieran vocación de escritora y pastelero, respectivamente. Si hubieran llegado a París cantando, lo habrían tenido más fácil.
Y para finalizar un sorbeto:
¿Alguien recuerda el “Abelachao” del cancionero verdeolivo?
He aquí el original: