2 nov 2009
Las notas perdidas del Diario del Che en Bolivia 59
Octubre 1 de 1967
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Día de paz. Permanecimos ocultos desde el amanecer. La larga marcha no nos llevó muy lejos. Desde el nuevo escondite aún se divisaba la casita. Los 40 soldados abandonaron el sitio sin notar nuestra presencia. Para tal caso les tenía preparada una buena sorpresa: nuestra retirada intempestiva por un trillo que había detrás. Al irse, la soldadesca se entretuvo disparando a diestra y siniestra. Willy estuvo a punto de rendirse. Chapaco, en cambio, apenas escarbó un rato con las uñas.
Las cabañas de arriba lucían abandonadas. Por la tarde mandé a Urbano a revisarlas en busca de comida. En la primera encontró un poco de harina de maíz. En la segunda había media lata de manteca. En la tercera 5 soldados dormían la siesta. Urbano se apartó con discreción. Tuvo suerte, a los pocos minutos despertaron los guardias. Luego partieron sin rumbo preciso.
Chapaco se encargó de hacer frituritas de maíz. Benigno ablandó la carne seca de reserva. Las frituras tenían un sabor terroso, pero llenaron nuestras barrigas perfectamente. La carne nos dio fuerza para continuar la huida. No obstante, de momento nos quedaremos aquí, es más seguro.
El Chino vino a plantearme su situación con miopía, hipermetropía, astigmatismo, presbicia prematura, queratocono, daltonismo, catarata y ceguera parcial de un ojo. Explicó que, además, sus gafas tenían un cristal rajado y el otro rayado. Al final pidió permiso para visitar una óptica en la primera oportunidad. Lo autoricé, aunque más bien necesita un trasplante doble. Después la conversación se extendió hacia otros temas. Me alteré un tanto cuando el Chino preguntó sobre las opciones del ELN como partido político si se amplía la amnistía del gobierno. Para demostrarle el destino de la revolución social si nos amoldamos al juego electoral de la burguesía, partí en dos el gajo que tenía en la mano y arrojé las mitades con un gesto brusco. Entonces el Chino comenzó a llorar con mucho sentimiento. Me alegró haber sido tan convincente. Tras unos minutos le dije que parara, que no era para tanto, que seguiríamos nuestra lucha guerrillera. El peruano me contestó que no lloraba por la revolución, sino porque le acababa de quebrar los lentes. Tuve que ayudarlo a buscar por el suelo, pues el hombre no veía nada.
La radio sigue en porcentaje 0 + 100: 0 de noticias, 100 de huayño.
Octubre 2 de 1967
[…]
El incidente con los chivos y los perros pastores fue bastante engorroso. Al mediodía un rebaño de cabras atravesó nuestra área guiado sólo por 4 perros. De inmediato se levantó una comisión para asegurar el chilindrón. Sin embargo, los 4 canes se comportaron agresivos, ladrando, mostrando los colmillos y cerrando filas entre los chivitos y nuestra gente. Chapaco, que está de cocinero esta semana, fue el primero en retroceder. Olo, por el contrario, dio otro paso al frente, pero el perro jefe le lanzó una dentellada de inmediato. Olo, Pombo y Urbano querían disparar. Benigno los contuvo con la advertencia de que los tiros nos delatarían al ejército. Hubo que dejar pasar a los chivos con sus perros guardianes. El último perro, el gruñón que amenazó a Olo, levantó la pata y orinó en mitad de la vereda antes de largarse.
No dije nada. Sé que, aquí y ahora, si hubiera gallinas, nos negarían los huevos. En vista de eso, y sin vista del ejército, a las 6 de la tarde ordené descender en forma diagonal para cruzar el cañón. Nos perdimos. Pasamos la noche en lo más alto del cañón, a pesar de que el trayecto fue todo el tiempo bajando. De no ser por el frío, el hambre y la sed, habría imperado el desconcierto.
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Ay, lo de los lentes rotos, chico, qué risa...
ResponderEliminarVivan los perros! Lo de los lentes rotos una metafora con la mision perhaps? You have made my day, dear friend...
ResponderEliminar... Las fotos con los tatuajes más el comentario, de alquilar palco...
ResponderEliminarAsí que hasta las gallinas le negarían los huevos..., esa clarividencia fue la que salvó a Bolivia del asesino, en aquel entonces.
ResponderEliminarFantástico el post Guicho, si no fuera porque las "Notas que no se Perdieron" tuvieron un final feliz, yo quisiera que nunca se hubieran acabado, para que las "Notas Perdidas" no terminaran.
"De no ser por el frío, el hambre y la sed, hubiera imperado el desconcierto".: !!!!!!, como todo.
ResponderEliminar(Como apunta Lori, lástima que se esté acercando el final.)
This is great!...yo me apunto para todo lo que sea burlarse de el Che.
ResponderEliminarBravo!!!!!!!!!
Guicho,
ResponderEliminarMilagro nunca te ha dado por contarnos las interioridades de la lucha en La Sierra Maestra.
Saludos,
Al Godar
Quien le iba a decir al argentino que su guerra de guerrillas terminaria en boxers, tatuajes y camisetas? Para desgracia de nosotros, quienes le sobrevivimos. Pero, seguro estoy que a el no le hubiese hecho mucha gracia. Ironias de la historia.
ResponderEliminarZoé, Frida, Lori, Isis, Al, Eufrates, Diana, Danilo, Selgas & demás amigos:
ResponderEliminarEn el preámbulo del final de este diario quiero agradeceros por vuestra compañía durante las largas jornadas guerrilleras.
Confieso que en fechas más tempranas, harto de testificar tan vehemente dislate, estuve tentado de adelantarle el trabajo al ejército boliviano. Mas me contuve cada vez. No sólo por alargar más vuestra grata compañía, sino porque la tarea de morirse es una prerrogativa íntima de cada héroe. La suya Guevara la asumió al rendirse el 8 de octubre. Y ya está a la vuelta de la esquina.
Saludos!
Gracias por este trabajo, que nos permite conocer quien fue en realidad ese bastardo hijo de perra argentino, mas conocido por 2La Hiena de la Cabaña"
ResponderEliminarLeyendo las memorias del general Prado, disfrute del final de ese cobarde que gritaba"No me mateis, yo soy el Che Guevara y le sirvo a vos mas vivo que muerto"
Saludos
Jorge Luis Llanes Naranjo
Bienvenido, Jorge, llegas a la hora del postre ñancahuaciano.
ResponderEliminarSaludos