Marzo 1 de 1967
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También Loro vino a decirme que Pepe se había tomado su lata de leche condensada. Le dije que Pepe quedaría sancionado a no comer del monito que cazó Tuma. Loro pidió una nueva lata de leche. Respondí que Pepe no recibiría ninguna lata de leche de la reserva por haberse tomado la suya. Mas resulta que la lata que se tomó Pepe fue la de Loro. De manera que ordené que Pepe le entregara su lata a Loro como compensación. Loro volvió poco después y se quejó de que la lata de Pepe ya estaba empezada. Se la quité, y lo penalicé. Tampoco tocará al monito, primero por dejarse quitar su lata, y segundo por ser tan melindroso y no querer beber de una lata abierta.
Cuando me estaba bebiendo la leche de Pepe, con agua caliente y un poco de yerba mate, llegó Aniceto a denunciar que Ñato se estaba tomando la ración láctea básica. Prudentemente le pregunté si él se refería a su lata personal o a la del propio Ñato. Aniceto juró que si Ñato le tocaba su lata, le arrancaría la nariz. Algo que me pareció particularmente difícil en el caso de Ñato, pero callé para no aminorar esa combatividad tan manifiesta. Fuimos a ver a Ñato, y era cierto. Decidí castigarlo despojándolo de su ración proteica básica. No fue posible, pues se había comido la lata de sardinas también. Le expresé con firmeza que podía olvidarse del mono.
Cuando regresé a mi sitio descubrí que alguien se había tomado mi leche con mate. No dije nada para no crear fisuras en el necesario respeto colectivo ante el alto mando. Sabía que fue un cubano, pero ¿cuál? Entonces me llamaron porque el monito se le quemó a Benigno. Lo acusé de negligencia ante todos. Lloró como un hombre con vergüenza revolucionaria. Está claro que no fue él quien se bebió mi leche.
Marzo 2 de 1967
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A eso de las tres de la tarde por fin cesó la lluvia que había comenzado en la madrugada. Los ánimos se levantaron y renació el entusiasmo. A las tres y cuarto comenzó a llover de nuevo. Esta vez con más fuerza. Desandamos todo lo andado, pues aquel camino abandonado nos reveló por qué fue abandonado: no conduce a ninguna parte. Acabamos en el mismo lugar donde perdimos a Benjamín. Observé que Arturo miraba con mucha insistencia al agua. Le pregunté que hacía, y contestó que quería ver si la resaca había devuelto la mochila del ahogado. Le expuse que, obviamente, un río no posee las mismas propiedades físicas que el mar. Cubano al fin, no entendió. Le especifiqué que en el río no había resaca. Cuando se fue, miré un poco, pero no vi la mochila. Cenamos media ración de corojos y media de palmitos. Por las caras parece que no hay vegetarianos en la guerrilla.
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Marzo 5 de 1967
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El edema de mi pierna derecha tiene secreciones. Improvisé un pequeño drenaje. El de la izquierda luce mejor. A Vilo, Tuma, Gato, Quispa, Darío y Bigotes los mandé de voluntarios para abrir camino a machetazos. Quispa y Bigotes están tan débiles que serruchan las matas con sus machetes. Con ese ritmo no lograremos acortar la distancia que nos separa de la vanguardia. Debí ponerle algunos bolivianos a Marcos, y quedarme yo con más cubanos. Estos parajes salvajes no parecen habitados, pero los loros y monos se esconden. Ya conocieron a Marcos.
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Marzo 11 de 1967
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Ya no puede faltar mucho para el Ñancahuazú. Y menos aún para la insubordinación abierta. El incidente con Braulio por la desaparición del azúcar colectivo ha tomado matices peligrosos. Las amenazas parecen muy serias. Anoche Braulio durmió parapetado y abrazando el fusil.
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Marzo 13 de 1967
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La última ración se repartirá mañana por la mañana. Tal vez consiga menguar un poco la desmoralización total. Al menos hasta que ordene reanudar la marcha.
Marzo 14 de 1967
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Tras tantas penurias hemos conseguido el objetivo revolucionario. Aquí está el Ñancahuazú. Definitivamente, el mapa que nos entregó Monje es de Paraguay. Lo arrojamos al agua. La señal de radio aquí es excelente. El discurso de Fidel esta noche fue largo, como siempre. En esta ocasión no se contuvo al criticar a los soviéticos por su blandenguería ante los yanquis. Hubiera querído debatir ese punto con los compañeros, mas percibí que con tanto cansancio todos se habían dormido alrededor del radio.
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Priceless dear Guicho!
ResponderEliminarMe hicistes recordar algo. Era Dario uno de los bolivianos que sobrevivieron el combate del 8 de octubre, pero que no logro salir con vida de los cercos que le hicieron al resto de los sobrevivientes?
No recuerdo si su nombre era Dario. Pero, el boliviano a que me refiero, durante el combate del Yuro, estaba apostado en el mismo arbol que Beningno. Segun tengo entendido por memorias del propio Benigno, el muchacho se quedo totalmente dormido durante el combate.
Lo cual me confirma toda la veracidad de estas notas que magistralmente estas dando a la luz. Impaciente, espero por las proximas entregas!
¿y los pasajes de frau guerrillera?
ResponderEliminarno, wait... estás preparando la precuela.
¡tigre!
Don Eufrates,
ResponderEliminaraquella diletancia de Güevera fue realmente hermosa. Juntó a necios y lerdos en un survival camp antiecológico hasta que murieron casi todos. Ojalá que todos los comunistas fuesen así!
Garrix,
ResponderEliminarla camarada Bunke tiene lo suyo, desde luego. Ni Che Güevera, ni Debray, ni el secretario general del PCB, ni el contacto del KGB en La Paz, ni el representante de la Stasi, ni los diversos funcionarios de varios ministerios bolivianos, ni el líder de la fracción maoísta boliviana, ni ciertos empresarios argentinos, ni tampoco los demás eyacularon en vano en tan pródiga germana.
Muy comico Guicho,
ResponderEliminarMe apunto con el Garrix y espero que un dia puedas desempolvar algunos fragmentos del diario de Frau Tamara.
Coño Güicho, tremendo culo nos pusistes en la cara!!jejeje
ResponderEliminarBuenísimo, gracias por mejorarme el día.
ResponderEliminarEsto es desopilante. Supongo que las entradas del verano y las de finales de septiembre serán para llorar... de la risa.
ResponderEliminarAy, Güicho, cómo agradecerte...
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