La expedición punitiva contra Comagre tuvo un resultado inesperado. Veinte bajas sin que los indios arrojaran una sola flecha. Pero valió la pena, pues la cuantía del oro recibido compensaba con creces la pérdida. En todo caso en Balboa predominaba el asombro ante la cantidad de oro que requisó rápidamente entre sus hombres.
El cacique Comagre no estaba menos impresionado por la actitud depravada de sus huéspedes. Había escuchado que amaban el oro, pero nunca pensó que lo amaran tanto. Les dirigó un discurso, que ya tenía preparado de antemano, pero que ahora, con el auditorio salpicado de sangre, resultó más convincente. Con ayuda de un traductor indígena, que acompañaba a los hispanos, el cacique habló:
- Hombres de piel dura[11], veo que apreciais el oro más que vuestras propias vidas. Ahí lo tenéis, podéis llevároslo. Ese oro es todo el que tenemos. Nuestro padre Kankayay nos da leche cada dos lunas[12].
Nadie lo contradijo, y Comagre continuó:
- Ese oro es fruto del comercio con otros pueblos al otro lado del otro mar. Ese mar está lleno de perlas. Allí viven unos hombres que llevan camisas como vuesas mercedes, unos hombres que tienen un gran padre como vuesas mercedes, unos hombres que navegan en grandes piraguas con paños aventados como vuesas mercedes[13]. Para llegar a ese mar hay que atravesar la selva y cruzar las montañas. Por aquí no. Por aquí sólo encontraréis un pantano intransitable y una selva impenetrable llena de fieras y mosquitos grandes como pájaros. Volveos por donde habéis venido.
- Decid, amigo cacique Comagre, ¿cómo podemos alcanzar ese mar y esos indios con camisas y oros? -preguntó Núñez de Balboa.
- Seguid hacia el sentido opuesto a como llegasteis aquí -respondió el jefe inmediatamente- hasta encontrar a la tribu del cacique Dobaiba. Ese tipo es muy mala persona y muy mal cacique. Es un cobarde, y tiene mucho más oro. El comercia muchos años con los pueblos del mar. Ese sucio[14] Dobaiba siempre cobra peaje a mis hombres -insistió el cacique- yendo para allá y volviendo para acá. Y una vez que un forastero con un casco igual al de vuesas mercedes llegó perdido hasta su aldea, Dobaiba mandó a sacrificarlo cruelmente en el altar de su propia familia. Desde entonces usa ese casco para sus necesidades nocturnas.
- ¿Entonces ese malvado Dobaiba vive junto al mar? -inquirió Francisco Pizarro.
- No, pero tenéis que pasar por sus tierras -continuó Comagre-. De ahí lo mejor sería ir hacia la dirección de la puesta del sol, pero sólo un poco, hasta llegar a la aldea del jefe Cuarecuá, que es un compinche de Dobaiba. Carecuá tiene casi tanto oro como Dobaiba. No tanto, pero casi que lo alcanza. Carecuá es un sucio[14], y tiene muchas mujeres, que no las presta, porque son muy bonitas y las quiere todas para él solo. Tal vez a vuesas mercedes, que también sois unos duros[14], os las preste. Luego ya únicamente tendréis que atravesar la sierra que veréis frente a vuesas mercedes. Así encontraréis el otro mar.
Balboa decidió regresar a Santa María la Antigua con el oro y los heridos para comunicar a la corona las sorprendentes noticias, y obtener hombres y recursos conque emprender el descubrimiento de aquel mar desconocido y la conquista de los pueblos ribereños, al parecer ricos y civilizados.
Una vez de vuelta en la villa, envió a su fiel teniente Enrique de Colmenares de emisario a La Hispaniola. Colmenares regresó sin refuerzos y con noticias desalentadoras. Fernández de Enciso había persuadido a las autoridades del virreinato de que su destitución en Santa María fue una grave violación de la ley. Así que se urdían planes para castigar a Balboa y se había informado a las cortes.
El jerezano no era un hombre temeroso, pero la perspicacia no le era ajena, pues llevaba sangre gallega en sus venas. Hijo era de Nuño Arias de Balboa, un hidalgo gallego segundón, que intentó fortuna en Andalucía sin mucho éxito. Su madre era extremeña, provenía de Badajoz y, aunque proba, también probó fortuna con inciertos caballeros andaluces, hasta encontrar un gallego. La nueva situación con Enciso intrigando en la capital colonial era muy alarmante. Por tanto Balboa reunió a sus más cercanos consejeros para analizarla. Colmenares, Zumárraga, Cabezuela, el capellán benedictino Andrés de Vera, su secretario personal Andrés Valderrábano Rabanito, y Cachita, para servir los refrescos, estaban presentes en la terraza de su casa.
- Os lo dije a vuestra merced, que no dejaseis a Enciso irse vivo -decía Rabanito.
- No sólo vos, yo también os lo recomendé, excelencia -añadió Zumárraga.
- ¡Por los cojones de Judas! ¿Vais a recriminarme todos ahora?
- Vuestra merced, lo pasado es pasado. Tenéis que ver lo que hacéis ahora -intervino el capellán.
- ¡Es para eso que os he hecho llamar! ¿Acaso creéis que quería ver vuestros desgraciados rostros? Por cierto, Rabanito, si no queréis lavárosla, pues recortaos esa barba de vez en cuando. ¿Qué demonios es eso verde? ¿Os ha cagado un pájaro en las barbas?
El golpe de hilaridad de las risas de todos, menos del aludido Valderrábano, hizo que se relajara la tensión en el ambiente.
- Excelencia, no tenéis mas remedio que dirigiros a las cortes directamente -acotó Cabezuela.
- ¿Estais oyendo, don Enrique? -dijo Balboa alzando la vista hacia su lugarteniente.
- Soy todo oídos, excelencia.
- Pero no puede ir con las manos vacías, vuestra merced -infirió Cabezuela nuevamente.- En las cortes no se llega lejos sin dineros. Enviad el oro de Comagre o el Consejo de Indias ignorará vuestras demandas.
- ¡Joder! -se escuchó en coro.
Y así partió Enrique de Colmenares a España para buscar ayuda y reconocimiento con el oro del cacique Comagre.
[11] El traductor indio decidió usar el adjetivo "duro" en lugar de "sucio", la otra acepción posible de kachasú, el calificativo indígena original en lengua natá.
[12] Esta afirmación nadie la entendió entre los cristianos, pero decidieron obviarla. La retórica india resultaba a veces incomprensible.
[13] El jefe Comagre describía a los incas por primera vez ante los oídos españoles. Sutilezas sobre las diferencias entre una camisa y un poncho o entre una carabela europea y una balsa de juncos inca no venían al caso.
[14] Kachasú.
Me quedé botado otra vez...
ResponderEliminarEl otro mar? El pacifico? Con quien comerciaban esos indios? No vas a decirme que el barco con trapo o como le llames era la Kontiki. No, eh?
Esto se esta volviendo adictivo...
Saludos,
Pensaba que estabas en huelga con Varela.
ResponderEliminarTampoco entiendo lo del otro mar. Si estaban en La Hispaniola tenían mar por todas partes.
LO de las dos leches, sería que los indios templaban dos veces cada 28 días?
Guicho, El cacique Comagre le estuvo pichando a los gaitos todo el ining con rectas de 90 millas pa’ arriba. Suerte que traductor se encargó de embarajar con alguna que otra curva.
ResponderEliminarDale que esto parecen las aventuras, no me pierdo uno.
Viele liebe Grüße!
AlgoDar, Analista,
ResponderEliminarlos hechos suceden en el Darién, en el sur del istmo panameño. Los conquistadores denominaron esa región Castilla del Oro.
Hasta ese momento, 1513, existe un virreinato castellano con capital en Santo Domingo para todas las indias. El virrey es Diego Colón, hijo de papá. Y las indias son pocas: La Hispaniola, Puerto Rico, Santiago (antes Xaymaca, hoy Jamaica), Cuba, Castilla del Oro (en el actual Panamá), y Nueva Andalucía (en la costa caribe colombiana, separada de la anterior por el golfo de Urabá.) Los iberos seguían creyendo estar en el extremo de Asia, no sabían de la existencia de otro oceano de por medio. Balboa será el primero en llegar a ese mar y lo llamará Mar del Sur -nombre que convivió mucho tiempo con el posterior Oceano Pacífico de Magallanes. Ese descubrimiento del otro mar es sólo superado en relevancia por el primer viaje de Colón y la vuelta al mundo de Magallanes-Elcano. Resulta, además, el único mega-descubrimiento de la historia hecho a pie. Es así que los españoles comprenden que están en un Nuevo Mundo.
Un mundo nuevito y todito para ellos solitos!
Aparte de los aún desconocidos aztecas, que dominaban México de lado a lado, los únicos indios que conocían dos mares eran los guaymíes panameños, por ser el istmo el lugar más estrecho de América. Si bien demoraban más de dos semanas en cruzarlo debido a lo intrincado de la naturaleza local.
Los incas, por su parte, controlaban desde el norte de Argentina y Chile hasta Ecuador, y aunque no conocían la navegación en el sentido europeo o chino, ni tenían una flota permanente, sí construían grandes balsas de cañas (las inspiradoras de la Kon-Tiki), con las que llegaban hasta Panamá al norte y hasta la isla de Pascua al sur para comerciar. Los guaymíes los tenían por poderosos, pues no iban desnudos sino que usaban ponchos y traían abundante oro chibcha desde la actual Colombia para cambiar por perlas panameñas, las excelentes telas de algodón guaymí y comida.
Analista, Asere,
ResponderEliminarla retórica india era intrincada, causaba muchos malentendidos.
De Panamá Cabezuela se va a Cuba, donde no hubo mucho parlamento con los indios, pero ya verán cuando acompañe a Cortés a México. Es que si un tlaxcalteca te dice: "ante vos me pongo en cuatro", apenas está manifestándote reverencia y respeto.
Ya me ubicaste. Así como dijo el asere: "En la inmensidad del mar, en lo infinito de cielos, el hombre se enfrenta a su destino y surgen...
ResponderEliminar!Las AVENTURAS!. :-)
NO me perdía una, y ahora tampoco :-)
las notas del traductor fueron muy necesarias... pero me temo, Güicho, que en la parte del discurso del cacique estés ante un apócrifo o una versión adulterada por algún copista sin escrúpulos ... revisa bien ese manuscrito... este símil me hizo sospechar: "mosquitos grandes como pájaros"
ResponderEliminar"ante vos me pongo en cuatro"
ResponderEliminarfrase que describe por si sola la epopeya de la conquista.
t
General,
ResponderEliminarpuede que estés en lo cierto. El cronista oficial de Balboa fue Andresito Valderrábano, conocido por Rabanito. Un tipo bastante distraido. Por otro lado, en los dos juicios que le hicieron a Balboa sólo dejaron hablar a los testigos del procurador. De manera que tenemos que resolver con lo poco que hay.
Tony, asere, lo has dicho.
ResponderEliminarY anotemos al margen que la vaselina sólo llegó a América con los primeros padres jesuitas casi sesenta años después. Bastante tarde, sin duda. Y además era de baja calidad.
Guicho, te pido permiso por este medio y de la manera mas protocolar posible para poder usar estos episodios tuyos del Protector de los Cerdos en una historieta de fin de semana de mi blog. Con las indias incluidas pero metiendo gente del Herald.
ResponderEliminarPepe,
ResponderEliminarno hay problema, dale.
Sería interesante ver como puedes adaptar la historia.